Mi jefe tonto, un chaparro y esmirriado, creía que podría conmigo
Fecha: 04/12/2019,
Categorías:
Primera Vez
Autor: Svett, Fuente: CuentoRelatos
Me casé con Iván y por unos meses fui una infiel con Renzo, el esposo de mi prima, quien me llenaba de verga y semen con gran placer para mí. Luego de ese desliz solo fui de Iván hasta 6 años, tiempo en el que tuve a mis hijos Olga e Iván junior; ese tiempo trabajé de profesora de idiomas en preparatoria con una directora, Larisa, muy amiga y positiva. Pero a ella la ascendieron a un mejor puesto del gobierno y en su lugar la sustituyó un profesor que era muy serio y repugnante en el trato, trataba a casi todos con despotismo y prepotencia, a mí no tanto pero sí. Mis compañeros lo notaron y me decían que yo era su preferida, pero no era tanto, hasta que me enteré que sí y porqué.
Se acercaba el día del maestro y siempre se festejaba en el colegio, haciendo una fiesta pequeña con sorteo de regalos que el dueño del colegio entregaba. Entonces el director, de nombre Isaac que era de origen Turco, me solicitó que organizara el evento, actividad que antes hacía la propia directora. Yo le dije que sí pues es algo que sé hacer bien; me citó en la oficina para un sábado tarde y así quedamos.
Asistí a la reunión y casi en cuanto llegué me empezó a insinuar que yo le agradaba y entre la plática sobre el festejo fue subiendo la intención de sus palabras, que me encontraba atractiva, que cuan bella, que qué simpática. Me halagaba pero yo solo sonreía y cambiaba de tema; internamente pensaba ¿qué podía hacer aquel hombre fifiriche y bajito con una hembra tan desarrollada de todas ...
... sus partes? Hasta me dio risa interna imaginarme aquel pedacito de hombre tratando de hacerme el sexo en la cama.
Terminamos el plan del evento y al despedirme me tomo la mano y se arrodilló, besándola tiernamente y expresándome sus ganas de algún día tener un acercamiento íntimo. Tal vez me sentí muy filantrópica al verlo postrado y con una mirada de perrito regañado que entonces le sonreí coquetamente y le guiñé un ojo, como una forma de decirle tal vez se te haga ese deseo.
Eso fue lo que le dio más confianza y cada vez que me encontraba a solas insistía muy empalagosamente en una cita amorosa; yo siempre le sonreía pero cambiaba de plática al pensar de nuevo en 50 kilogramos y 158 centímetros de hombre queriendo satisfacer a 80 kilogramos y 184 centímetros de mujer. Seguramente se moriría entre mis carnes.
Sin embargo sucedió algo que haría que se realizara el deseo de Isaac, pues mi marido fue requerido temporalmente a dirigir una sub empresa en la compañía que trabajaba teniendo que pasar 6 meses en otra ciudad muy lejana, con la advertencia que le dedicaría 200% del tiempo y él no se negó pues representaba un sueldo elevadísimo y a Iván le gustaba mucho el dinero. Lo que me molestó fue que no me pidiera opinión y simplemente se fue, dejándome disgustada con él.
Entonces, tras más de dos meses de insistir y yo enojada con mi marido y con falta de sexo, finalmente decidí entregarle lo que quería a Isaac, me dije que tal vez era mejor una cogidita de 3 minutos ...