1. D O Ñ A S O L E


    Fecha: 11/12/2019, Categorías: Hetero Autor: Barquidas, Fuente: SexoSinTabues

    ... abrir al día siguiente, lo que implicaba devolver a su sitio las piezas de género, desperdigadas por aquí y allá a lo largo del día por los dependientes, siempre presurosos para atender al siguiente cliente; y barrer la tienda, con escoba y esparciendo serrín mojado por el suelo hasta cubrirlo, mano de santo para arrastrar al instante la suciedad más recalcitrante en salir de donde estuviera; y fregarla… Y ese llegar regularmente tarde a casa, de lunes a sábado, también redundó en, progresivamente, irme distanciando de los amigos de siempre, acuciado ello por el hecho de que los domingos por la tarde “hacía la guerra” por mi cuenta, sin contar con ellos para nada… Pero lo por fin determinante en que todo lo referido a mi antigua vida quedara en un pasado que, lo más seguro, nunca más volvería, fue cuando decidí salir de la paternal casa para vivir por entero independiente, al concertarme con dos compañeros de trabajo, uno de la tienda donde trabajaba, el otro de un comercio muy próximo, que compartían piso por la zona de Quevedo-Fernando el Católico, muy cerca de la tienda. En casa, cuando dije que me iba a vivir con esos dos compañeros, se armó la de Dios, pues dónde se había visto que un hijo abandonara el paterno hogar si no era para casarse y fundar el suyo propio… Y más con poco más de veinte años… Cosas de antaño, incomprensibles entonces, y que hogaño están a la orden del día… En fin, que me empeñé y me largué de casa, contra viento y marea… Y suerte tuve en que mis ...
    ... padres, con el cabreo casi sobrenatural que engancharon, no me mandaran a la policía para devolverme a casa, ya que por entonces, todavía, un joven de veinte años, bien cumplidos, era menor de edad, y, por tanto, sujeto a la tutela paterna ante la que no se podía, legalmente, ni rechistar… Lo mismico que hogaño… No obstante, ocurrió que ellos estuvieron ni sé el tiempo sin hablarme ni querer saber nada de mí, execrándome por descastado mal hijo, renegando de mi propia sangre… Pero por fin las aguas volvieron a su cauce y la relación con ellos volvió a ser estupenda… Casi diría que mejor que antes, pues por finales, en especial con mi padre, que me veía cada día más formal y responsable… Eso para él era importantísimo, y la espina que de casi siempre llevó clavada, fue mi anterior falta de formalidad, mi gran irresponsabilidad… Y es que, el hombre empezó a confiar en mí cada día más y más… Nuestra relación, que siempre fue harto fría, por no decir inexistente, se fue tornando más y más íntima y confidencial de día en día… Yo, según pasaban semanas, meses, mejor me amoldaba a mi trabajo, desenvolviéndome enseguida con notable soltura… Hacía de todo, desde atender en el mostrador a cuanto cliente entraba… Y, ojo, vendiéndole, por finales, hasta bastante más de lo que, en principio, quería comprar… O haciendo lo que fuera menester en la fábrica, desde envasar las prendas en sus bolsas de celofán, (por entonces, el plástico apenas se conocía) hasta usar las máquinas de coser o, ...
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