Servicio de habitaciones
Fecha: 15/09/2017,
Categorías:
Humorísticos
Autor: Lib99, Fuente: CuentoRelatos
... cosquilleo en la raja del culo.
Los gemidos del hombre, que ha roto de nuevo su silencio, le indican que está gozando lo mismo que ella.
Pero de nuevo una interrupción. Algo sobresalta a Almudena, obligándole una vez más a detenerse: pasos en el pasillo acompañados de voces. Dos personas –hombre y mujer– se detienen ante la puerta de la habitación en plena conversación. Por un instante le asalta el pánico, temiendo que vayan a entrar de un momento a otro. Sus voces le llegan algo distorsionadas a través de la puerta, pero cree entender que hablan sobre el desayuno. Entonces les escucha alejarse de nuevo, con alivio, aunque su corazón desbocado parece que vaya a saltarle del pecho. Sin embargo el peligro, lejos de atenuar su libido, lo ha punzado.
Retorna sobreexcitada a la cabalgada sobre el hombre, subrayada por el sonido de ventosa que causa el roce de sus cuerpos empapados de sudor y acelerada por la inminencia del orgasmo, por la necesidad de erupcionar el fuego que arde entre sus muslos. Siente cómo los músculos de él se contraen, anunciando la eyaculación, y logra contenerse hasta que los embates de la polla desencadenada la taladran, inundándola con su caliente semen. Entonces se deja ir y sus entrañas explotan en una oleada de placer que le recorre todo el cuerpo hasta dejarla exhausta, satisfecha y relajada, pues en unos segundos ha volatilizado toda la energía sexual contenida durante los últimos meses.
Cuando los temblores cesan y el corazón vuelve ...
... a palpitar con normalidad, cuando la desbocada respiración ya no amenaza con ahogarla y logra abrir de nuevo los ojos, su cuerpo se relaja abrazándose al joven, cuyo rostro se ha distendido con lo que, cree Almudena, es un atisbo de sonrisa. “Recordarás un feliz sueño al despertar”, le susurra conteniendo una risita.
Deposita un suave beso en sus labios y se levanta con cuidado, extrayendo la polla de su coño con atención de no derramar el líquido que empapa su interior. Se dirige al baño, donde se limpia, se abrocha la bata, recompone su oscura melena –durante la follada había soltado la coleta que siempre se hace para trabajar–, se mira de arriba abajo en el amplio espejo para asegurarse que nada la delata y con sigilo cruza la habitación hasta la puerta. El joven parece haber vuelto a un profundo y tranquilo sueño. Abre la puerta y, asegurándose que no hay nadie en el pasillo –donde la aguarda su carrito con los utensilios de limpieza–, sale tras lanzar un beso con la mano al bello durmiente y vuelve a cerrar.
Continúa su ronda con normalidad, limpiando las demás habitaciones de la planta con movimientos automatizados por el hábito –plumero para el polvo, aspiradora, fregar los baños, cambiar sábanas y toallas, reponer jabones, geles, champús y rollos de papel higiénico–, pero esta vez lo hace con un ánimo diferente, con una especial alegría y una sonrisa permanente en los labios. Rememora todo lo ocurrido, a un tiempo satisfecha y sorprendida consigo misma. Nunca ...