La puta del barrio
Fecha: 16/09/2017,
Categorías:
Primera Vez
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... incapaz de mirar a Luis. Este, al verla así, llorosa, se arrepintió de haberle dicho lo que le salió de los hondo de su alma…
—Perdona Sonsoles; perdona lo que acabo de decirte… Lo siento… Siento habértelo dicho… No quería hacerte daño… Por nada del mundo, querría yo dañarte a ti
—No; si tienes razón… Me visto como una zorra… Como la zorra que soy… Tengo lo que me merezco…lo que, a pulso, me he ganado… No soy más que una…
No pudo terminar la frase; Luis se lo impidió, tapándole la boca con sus dedos índice y corazón
—¡No lo digas!... ¡Ni se te ocurra!... No importa lo que los demás digan de ti, pienses de ti… A todos nos “cortan trajes” (murmuraciones en contra. Habladurías ofensivas a espaldas del ofendido), nos difaman… Lo que importa es lo que nosotros pensemos de nosotros mismos… Eso es lo único importante… Y tratar de vivir tal y como esa opinión que de nosotros mismos, cada uno tenemos; ser, comportarnos, en todo momento, conforme a lo que realmente, somos y queremos ser. Vamos; te acompaño a tu casa, como anoche
Pero los planes de Sonsoles no pasaban por encerrarse ya en su casa, había salido a despejarse porque ya en esa casa que la agobiaba no podía pasar ni un segundo más o se asfixiaba… Hasta físicamente se ahogaría…
—No Luis; no deseo volver a casa… Todavía no; dentro de un rato… Estaba arriba como leona enjaulada, y bajé a que me diera un poco el aire… Y me encontré con esos… De sopetón…
—Pues vamos; te acompañaré… Pasearemos un rato… ...
... Vamos, si no te importa que te acompañe… Si te ven conmigo, seguro que no se atreverán a molestarte…
Y no; a Sonsoles no le importaba que Luis la acompañara en su deambular, en su andar de acá para allá; antes bien, le agradaba, le gustaba su compañía… Y se sentía agradecida a las deferencias que él tenía para con ella
—Pues claro que no me importa que me acompañes; es más, te lo agradezco… Te lo agradezco mucho… Eres… Eres muy gentil conmigo… Muy amable…
Empezaron a pasear, sin rumbo determinado… Iban por donde sus pasos les llevaban, sin fijarse mucho por dónde lo hacían… ¡Qué más daba, por aquí o por allá; total, era por el barrio!… El dichoso barrio…el maldito barrio… Pero también, en cierto modo, el querido barrio, al que se ceñían, se limitaban, todos sus horizontes… Sobre todo, los de ella, que nunca, nunca, había salido de él… Era todo lo que del mundo conocía… Era, lo que del mundo conocía… Era su mundo, odioso por lo general, pero el que tenía… El único que siempre, siempre, tendría…
Fueron deambulando un tiempo, en silencio más bien, hasta que ella empezó a hablar; le dolía, le pesaba en el alma, lo ingrata, lo injusta que fue con él el día antes, cuando Luís fue a su casa, a interesarse por ella, y ella le salió con aquella “pata de banco”, con aquella bronca injustificable
—Luis; yo…yo debo pedirte perdón… Justificarme contigo…
Él, su extrañeza ante esas palabras se la expresó mudamente, con la expresión inquisitoria que apareció en sus ojos, en su ...