1. La puta del barrio


    Fecha: 16/09/2017, Categorías: Primera Vez Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... sí misma… Y estalló; no pudo resistirlo más; aguantarlo más… Ni a comer se esperó; abrió la puerta y se echó a calle… Anduvo y anduvo y anduvo… Sin rumbo fijo, sin, casi, saber por dónde iba… Una idea fija en su mente: Alejarse de allí, de su madre… De ese puto barrio que la destruía de día en día… Llegó a la plaza; estaba desierta, como las calles por las que había ido deambulando; se sentó en un banco y rompió allorar; a sollozar más bien… Convulsamente, a lágrima viva, a lagrimones como puños… Sí; se iría de allí; se iría lejos… Muy, muy lejos… Adonde fuera… ¡Qué importaba dónde!... La cosa, lo que quería era poner muchos, pero que muchos kilómetros de por medio… Entre ella y su madre… Entre ella y el barrio…el puto, pastelero, barrio
    
    Pero la realidad pronto se impuso… ¿Dónde ir; dónde refugiarse?... No tenía ningún sitio, pues todo su horizonte, toda su vida, se reducía a ese barrio que odiaba con todas las veras de su alma… No tenía un céntimo, ni medio alguno con que ganarse la vida. Era casi analfabeta, sin conocimientos ningunos… Sin experiencia ninguna, pues, a sus diecinueve años, todavía estaba por su primer trabajo… No podía, no; no podía salir de aquél entorno, por mucho que lo detestara… Estaba atada a él, sin remisión…sin esperanzas… Atada a su vida, esa vida que aborrecía… Atada a su destino… Destino de puta… De puta… De puta… La puta del barrio… La tía a la que todos, todos, podían “tirarse” con sólo pedírselo…
    
    Se secó las lágrimas con la manga de la ...
    ... camisa y volvió a casa; su madre ya había terminado de comer y estaba en el salón, bebiendo y fumando; fumando y bebiendo. Sin decir nada, se fue a la cocina y, en silencio, sola, comió ella también. Se asomó a ventana de la cocina… Y pensó: “Son cinco pisos; seguro que ni me enteraría”… Aquella tarde, por fin, no salió de casa…
    
    A la tarde siguiente, ya no aguantó más en casa; se asfixiaba entre aquellas cuatro paredes, y salió a la calle, a despejarse un poco…a tomar algo de aire… Anduvo y anduvo, sin fijarse bien ni por dónde iba… Qué más daba… Lo que quería era eso, andar, andar; despejarse, que le diera el aire… Así, sin darse cuenta, sin enterarse apenas de por dónde iba, se percató de que, prácticamente, estaba ya en la plaza. Lo supo, cuando vio al Raúl allí sentado, con toda la pandilla, tíos y tías, haraganeando cual era lo normal en ellos, que ni por equivocación se preocupaban de buscar trabajo… Bueno; a qué decir; lo mismo que ella… Quiso variar de dirección, dar esquinazo a su pandilla, pero el Raúl ya la había “guipao”. Se levantó y le voceó
    
    —¡Eh!... ¡Puta!... ¿Dónde vas?... ¿Ya no saludas a los amigos?
    
    Sonsoles, sin responder al “macarra”, apretó el paso, metiéndose por una calle lateral, pero el grupito, cual manada de borregos, salió tras ella a la indicación de su “macho alfa”… Y echaron a correr tras Sonsoles, que también se lanzó a la carrera… Pero de nada le valió, pues la alcanzaron, la rodearon, la acorralaron contra una pared
    
    —¡Dejadme en ...
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