Belleza virgen
Fecha: 16/09/2017,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos
... duro y largo bajo sus pantalones, y no se le note en todo momento?» pensó.
De repente e instintivamente, sorprendida ante sí misma, su otra mano fue a dar bajo aquel tronco donde se encontró con lo que le pareció un par de saquitos llenos de arena y cubiertos de un profuso pelambre.
Parcera pronto notó que cada roce que ella le hacía al venoso miembro provocaba que Marcelo cambiara la expresión de su rostro.
Para Parce, aquel falo se convirtió en una palanca de mando con la que ella podía controlar la situación.
Sintiéndose con el poder de dominar al chico, Parcera se sujetó férreamente a tal masculinidad pensando que lo tendría bajo su absoluto dominio. Para ella aquel pene se convirtió en un control de mandos mediante el cual, con sólo apretar o aflojar, o con sólo sobar y acariciar, sometía al hombre a sus antojos. Este recién descubierto poder de saberse capaz de poner a un chico a tales extremos de excitación a su capricho fue algo nuevo que le terminó gustando.
Sin embargo, Marcelo, aprovechando que aquella tenía sus manos ocupadas, desató la parte superior de su bikini. Al quedar semidesnuda bajo del agua, Parcerita soltó automáticamente el falo de Marcelo y trató de alcanzar su prenda que ya se apartaba, pero él la detuvo y no permitió que ella se alejara.
El chico hábilmente la tomó del par de hermosos cachetes que formaban su bien formado trasero de adolescente, hasta subirla lo suficiente para que sus sexos quedaran a la misma altura.
Parcera ...
... miró atónita a su atacante. Por un breve instante, pasó por su mente el gritar pidiendo ayuda (asumiendo que iba a ser violada) pero algo en su interior la detuvo. Tal vez su propio cuerpo sabía que ya era el momento de ser desvirgado. Mi amiga se quedó callada.
Marcelo hizo a un lado la parte frontal de la prenda inferior que cubría el sexo de Parcera y ésta supo entonces que aquel cilindro de carne, que había estado sosteniendo hasta hace tan sólo unos segundos con tanta curiosidad, se acercaba amenazante.
Una vez con la punta frente a la entrada del pequeño túnel, el miembro carnoso se abriría paso a través de su intimidad jamás vulnerada antes.
Quiso gritarle con desesperación que aún era virgen, que nada se había introducido por aquel pequeño canal antes, ni siquiera un tampón. Pero era demasiado tarde, Parcerita podía sentir cómo aquella cosa gorda, dura y, a su parecer, infinitamente larga, la iba penetrando.
«Una cosa terriblementeMONSTRUOSA», pensó en aquel momento.
Parcera, quien por mucho tiempo se había aprovechado del deseo y de la ingenuidad de tantos hombres, sufrió en ese momento un embiste doloroso y brutal. Días más tarde, cuando ella misma me lo contó, pensé que después de todo se lo tenía merecido por ello.
Su abertura vaginal se estaba estirando al máximo, haciendo esfuerzos por admitir algo que, a su sentir, era imposible que ingresara en ella por tan tremendo tamaño. No resistió más su sufrimiento y emitió un chillido de dolor que nadie ...