UNA LINDA HISTORIA 6
Fecha: 05/01/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: memito, Fuente: SexoSinTabues
... No hay demasiado tráfico. Llevo una buena recopilación de AC/DC sonando a toda pastilla. He descubierto que los roqueros australianos también le gustan a Rasputín. Este no deja de hablarme sobre aprender a “clavar la mirada”, lo que me dará mucha ventaja en hacer que la gente me obedezca o me preste una especial atención. Es pesado dando la vara, pero tiene razón, es hora de que me enseñe sus trucos más sucios. Aún no sé lo que voy a hacer. No tengo ningún plan pensado. Todo está en mano del azar y de la improvisación. Sé que soy bueno improvisando y, además cuento con Rasputín y sus consejos, pero no tengo ni idea con lo que me voy a encontrar. No conozco la finca, ni el terreno, ni siquiera a la familia. El reconocimiento se hace necesario. Hago varias paradas para no quedarme dormido, no por sueño, sino por aburrimiento. En la última parada, lleno el termo de fuerte café en una venta de carretera y compro varias chucherías. El azúcar me va a hacer falta. Encuentro la finca bien de madrugada. Está en la falda de una montaña, es extensa, y está rodeada de un alto y viejo muro de piedra. Aparco en lo que me parece el bosque, aunque hay poca luna. Me abstengo de encender demasiado la linterna. Pongo el despertador del móvil para las seis de la mañana, y me envuelvo en las mantas. Me cuesta poco quedarme dormido. El pitido repetitivo me despierta. Apago el móvil y atrapo el termo. El café aún está tibio. Un buen trago para despertar. Meto la linterna, los prismáticos y el ...
... machete que llevo en el coche, en la pequeña mochila de viaje que también llevo tras los asientos. Seria buena idea llevar también la palanqueta, aunque sea en la mano. Echo dentro la bolsa que contiene aún un sándwich y las chucherías que he comprado, junto con el termo casi vacío. Ahora, es cuestión de buscar un buen sitio para observar. No me he equivocado, he metido la camioneta en un bosque de pinares y fresnos. Me muevo bajo los árboles en dirección de la finca. Encuentro unos riscos que me permiten otear la gran casa de una sola planta que se levanta en una gran plataforma o bancal, ganada a la montaña. En otra plataforma, más pequeña e inferior, han construido una piscina, junto con el espacio que necesita para la comodidad de los bañistas. Al amanecer, veo movimiento. Enfoco los prismáticos. Un hombre, maduro y fornido, saca varios aparejos de pesca y carga un 4x4. Poco después, sale la finca por la gran puerta metálica de la entrada. Sin duda el padre. ¿De pesca? Bien, uno menos. Espero. Hago flexiones. Espero aún más. Desayuno con el sándwich y el café que queda. Espero. Sobre las nueve y media, una señora rubia y alta, saca del garaje un pequeño utilitario y sale de la finca también. Es la mía. Puede que haya más gente dentro, pero debo arriesgarme. Me meto un pastelito en la boca y salto el muro. Mala suerte. Hay un perro, un pastor ovejero. Le espero llegar, ladrando. Un fuerte sopapo en el hocico le frena y le aleja. No es demasiado fiero. No molesta más. Rondo la ...