1. Cómo volver interesante una visita al banco


    Fecha: 10/01/2020, Categorías: Confesiones Autor: aliciawonders, Fuente: RelatosEróticos

    ... estaba latiendo fuerte. Algo me compelía a continuar con mi osadía, así que sin saber el siguiente paso, me puse de pie y caminé hacia ningún lugar en particular, me dirigí sin pensar a una pequeña sala del mismo banco que estaba también ocupada por algunas personas, pero que ofrecían un lugar más oportuno para continuar con mis juegos. Me senté en una banca que formaba parte de una serie de sillas unidas, y que se enfrentaba con una serie igual. Allí había varios hombres sentados, no los detalle muy bien, pues mi mente estaba ocupada sintiendo la compulsión de una exhibicionista aficionada y novata. No se necesitó esfuerzo alguno para llamar la atención de las miradas de estos nuevos hombres, de mi nuevo horizonte visual. Y no pude pensar en nada más que repetir la pequeña rutina que había inventado hace unos momentos. La seguí paso a paso, otra vez quejándome del supuesto dolor, otra vez quitándome el zapato rojo de tacón, otra vez acariciando los dedos del pie que casi se salían por los espacios que conformaban la maya negra. Qué bella y completa atención posaban en mí estos extraños. Esta vez no les dejaría a medias. Con un cuidado mal actuado atrapé una de las mayas, tratando de que la falda no se subiera demasiado. Y en seguida fui bajándola, desnudando mi pierna poco a poco y como a tropezones. Disimulando mí disimulo. Uno de los hombres soltó uno de esos piropos crudos y sin estilo, “¿mami, le ayudo?” dijo- y yo le miré como si me hubiese fastidiado en demasía. ...
    ... Sin embargo esas descuidadas palabras me llenaron de excitación. Seguí con mi propósito y quité la maya completa, dejando al aire mi pierna desnuda, y empecé de nuevo con el masaje a mi pequeño pie. Mi cabello cayó sobre mi rostro, dándome perfecta oportunidad para examinar cuidadosamente el aspecto de mis observadores, los miré y tenían el rostro congestionado de una evidente excitación, algunos sonrojados, otros boquiabiertos. Uno de ellos casi babeaba, sin siquiera tratar de ocultar una expresión de aspecto poco inteligente. Bajé la mirada un poco más, recorriendo todo lo que pude y finalmente, mientras seguía medio agachada, masajeando mi pie, miré todo lo que pude la entrepierna de los caballeros, y gustosa reparé en las adorables erecciones que cada uno, con su tamaño correspondiente lucían para mí. Y no paro aún ahora de asombrarme, cuan fácil es producir tan cálidas sensaciones en estos adorables machos. No requieren precisamente de unas tetas expuestas explícitamente para que una erección se levante majestuosa. Aun así, quise avanzar un poco más en mi aventura. Miré al guardia de seguridad acercarse, así que me agaché un poco como si se me hubiera caído algo al suelo. El uniformado pasó de largo y yo, apartando mi zapato que quedaba en el piso frío, alargué mi pierna y fui a ubicar mi pie desnudo en la silla de enfrente, en el espacio que quedaba entre las piernas de mi asombrado anfitrión, era un hombre alto y corpulento, con una barba descuidada y cabello negro ...