1. De cancaneo (cruising) en la ciudad


    Fecha: 14/01/2020, Categorías: Intercambios Autor: danisampedro91, Fuente: CuentoRelatos

    ... verdad es que iba caminando, e iba pensando del porqué no habría problemas con ese vigilante, iba sospechando, que seguramente, sabría lo que solía hacer el viejo lobo. Vamos que sabría de sus andanzas.
    
    Al llegar a la altura de la calle Alameda, nos metimos por dicha calle, para salir en la calle Durán Loriga, mientras el viejo lobo, iba sobándome cada vez que tenía ocasión.
    
    Como no encontrábamos un lugar adecuado, me fue llevando hasta la entrada al Banco Banesto. Allí nos paramos, y el muy zorro, empezó a acorralarme, empezando a meterme mano por todas partes, hasta conseguir desabrocharme el cinturón, y desabotonarme parte del pantalón.
    
    ¡Joder! Era como un pulpo, metiendo sus tentáculos por todas partes. Hasta llegó a meterme un dedo en el culo, ¡mmmmmm! Como estás putito, me decía, mientras yo además de nervioso y excitadísimo, le repetía que allí no, que allí no podía ser. Además hasta puede haber cámaras de vigilancia. Pero poco o nada parecía importarle. Tranquilo putito, que no pasa nada, ay que calentito tienes el culito, me decía. Cuando por la otra acera de enfrente, pasaba una persona. Fue entonces cuando paró, y saliendo de allí, seguimos camino a la calle Santa Catalina.
    
    Al llegar a dicha calle, subimos hacia San Andrés, haciéndolo por la acera de la derecha. Justo antes de llegar a la calle San Andrés, había un viejo comercio, que solía estar siempre sin luz en el escaparate, y la entrada hacía como una l, justo por donde tenía la entrada al viejo ...
    ... edificio; en ese lugar ya lo había visto en varias ocasiones con otros putitos.
    
    Allí me metió, y tan pronto me acorraló justo a la entrada del edificio, que era donde hace la l, ya no había manera de sujetarlo. Era como una caldera en ebullición. Me subió la camisa y chaqueta de punto que llevaba, hasta los hombros. Más que subir, casi me los arranca.
    
    De esta manera empezó a morderme los pezones, haciéndome gemir, ¡aaaaaahh! Espera, le decía yo. Pero él en esos momentos era un lobo con su presa, y la lujuria que se le veía, daba miedo.
    
    Con sus manos empezó a desabrochar el cinturón, para seguir con el pantalón. Tan pronto lo consiguió, me agarró los slips, y de un manotazo me los bajó hasta los tobillos.
    
    ¡Dios! Ya me tenía en sus manos, y listo para hacer conmigo lo que quisiera, ¡aaaahh! Gemía yo, mientras como pude le fui sacando su polla del pantalón.
    
    ¡Ayyyy! Putito, como me tienes hoy, estoy que reviento, me estaba diciendo, cuando una persona se quedó parada en la entrada al viejo comercio.
    
    Se quedó allí mirando, hasta que empezó a entrar al vernos allí a nosotros. El cabronazo, venía en busca del viejo, ya que sabía por donde buscarlo, y al vernos allí, se dio perfecta cuenta de lo que estaba sucediendo. Y es que era otro putito con los que el viejo lobo solía ir a follar.
    
    Era mayor que yo el maricón, y estaba claro que no se iba ir sin aprovecharse de la situación. El viejo al verlo, siguió con lo que estaba, y diciéndome que tranquilo, que era otro ...
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