1. Noche de pasión en Lisboa (VII): Amália recibe un anillo


    Fecha: 17/09/2017, Categorías: Gays Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos

    ... hacia mí como una adolescente, se me echa al cuello, y antes de decirme nada, me estampa un beso en la boca. Por debajo de su blusa, al abrazarme, noto que trae puesto uno de sus sostenes ortopédicos.
    
    - Hola cariño ¿Cuándo has llegado?, ¿Tuviste buen viaje? – me dice.
    
    - Hola cielo. Llegué hace tres horas, más o menos. Y sí, tuve un viaje tranquilo.
    
    - Ayúdame con el equipaje, que quiero darme una ducha. Hoy tenemos que cenar temprano y apañarnos solos. Paulinha no vendrá hasta mañana, y Marta tiene compromisos.
    
    - Ummmmm, toda la casa para nosotros solos. ¿Marta tiene un “amigo con derechos”?
    
    - Que mente más sucia tienes. El marido de Marta es pescador de altura. Pasa tres meses en el mar y quince días en tierra. Y llegó esta mañana en avión a Lisboa, desde el Índico. Así que ya te puedes imaginar por qué quiere llegar temprano a casa.
    
    Ya cantó la gallina, ya sé quién es el maromo de la cocina, pienso para mí. Aún así no le digo nada a Amália de lo que he visto. Es un secreto que no me pertenece.
    
    Le llevo la maleta a la habitación, aunque noto que es más pequeña que la mía. Pero también es verdad que ella tiene ropa en el armario. Cuando estamos dentro me pide que la deje sola, que se va a duchar y cambiar de ropa.
    
    - Querida, ¿a estas alturas con pudores?
    
    - Cielo, no quieras ver lo que traigo puesto. Esta noche tengo ganas de ponerme al día contigo. Me dice sonriendo, mientras me va empujando hacia la puerta.
    
    - De acuerdo. Te dejo sola, ...
    ... entonces.
    
    - Bajo pronto, no te preocupes.
    
    Cuando baja mi amiga, trae puestas una falda y una blusa, muy sencillas ambas, de algodón y con pinta de ropa fresca y en los pies, unas sandalias planas.
    
    Nos sentamos a la mesa y cuando nos ha servido cena, Marta, dirigiéndose a mi compañera le dice:
    
    - Tía Amália, en la cocina dejo una cafetera preparada. ¿Necesitan algo más antes de que me vaya?.
    
    - No, Marta, muchas gracias. Hasta mañana.
    
    - Buenas noches, Marta. Hasta mañana – Saludo yo a mi vez.
    
    Entonces, al quedarnos solos, me dirijo a mi amiga:
    
    - ¿Tía Amália? ¿Desde cuándo?
    
    - Sí. Al parecer, ya soy decente. A partir de la semana siguiente a la de la boda, todo el personal de la quinta empezó a dirigirse a mí con el calificativo.
    
    - ¿Sabes que me ha pasado hoy? Estuve viendo como descortezaban los alcornoques, y cuando me acerqué a los operarios, el capataz inmediatamente se dirigió a mí como “dom Alfredo”. Toda la cuadrilla me trataba como si yo fuese el dueño de la quinta. Cuando le pregunté cómo sabía quién soy yo, no habiéndonos visto nunca, me contestó “Nosotros sabemos cosas”. Creo que Marta ha contado lo de la pelea en la boda.
    
    - ¿Por qué Marta? Pudo ser Paulinha la que contó lo que sabía.
    
    - Amália, Pauliña es un culo inquieto, una chiquilla alocada. Pero a ti te adora. Si tú le has dicho que no diga nada, se deja arrancar la piel antes de soltar prenda.
    
    - Pues ya está, entonces. Han decidido que la quinta ya tiene un hombre otra vez, y su mujer, ...
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