1. Noche de pasión en Lisboa (VII): Amália recibe un anillo


    Fecha: 17/09/2017, Categorías: Gays Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos

    ... por supuesto, es “La Tía”. Aunque no estemos casados. Llevaban seis años sin utilizar el tratamiento.
    
    - Pues si eso es lo que ha ocurrido realmente, puedes creerme, me gusta.
    
    Terminamos de cenar y nos sentamos en el suelo, apoyados en el Chesterfield mientras tomábamos café. Amália no quiso que le sirviese ningún licor, pero de vez en cuando, le daba pequeños sorbos a mi copa de coñac. Allí, sobre la alfombra, la empujé hasta que estuvo tendida y me acosté a su lado besándola en el cuello mientras acariciaba sus muslos por debajo de la falda. Ella abrió las piernas, permitiéndome llegar con mi mano hasta su sexo, y comprobar que no se había puesto ropa interior. Mientras, con su mano me acariciaba el pene por encima del pantalón. Cuando me besó, sintiendo la barba hirsuta me dijo:
    
    - Cariño, esa cara, con esa barba, hoy no la vas a acercar a ningún sitio, te lo advierto.
    
    - ¿Me afeitarás tú mañana?
    
    - Mañana será otro día, pero hoy… a ver cómo te las apañas para darme lo mío, que llevo varios días esperando este momento.
    
    Esa noche me apañé para darle lo suyo, y un porcentaje de propina, y desperté con su espalda en mi pecho, y sus pechos agarrados con mis manos. Estaba en Portugal y por lo que se ve, aquí no se dormir de otra manera. También me cobre lo mío. Que conste.
    
    Al despertarnos, le pedí a Amália que me afeitase, tal y como había hecho la mañana de la boda y ella por toda contestación, me señaló la butaca. Me senté de la misma manera que lo había ...
    ... hecho aquel día y ella repitió los mismos pasos que había realizado. La diferencia es que esta vez, ella no llevaba la bata, y teníamos tiempo para hacer lo que quisiéramos. Y claro, lo que quisimos, pasó.
    
    Me duché en primer lugar y cuando me estaba vistiendo, Amália entró a la ducha. La escuché rezongar y me asomé al baño. Mientras se frotaba la entrepierna con una esponja decía entre dientes:
    
    - Cómo escuece. Con esa barba no me vuelve a meter aquí la cabeza. Menuda avería tengo.
    
    Riendo en voz baja, me retiro antes de que me oiga y termino de vestirme.
    
    Cuando sale de la ducha, le pregunto si tardará mucho para bajar a desayunar juntos y me contesta que baje yo, que ella aún se demorará un rato porque quiere repasar la ropa o algo así.
    
    Entro en la cocina y lo primero que veo es a Marta, doblada por la cintura, con las piernas rectas, abiertas en compás y trasteando en el horno, de espaldas a mí. En esa posición el culo tensa la tela de la falda. Y qué culo. No tengo tiempo de saludarla cuando sin volverse a mirarme, me dice:
    
    - Buenos días, Dom Alfredo, ¿le gusta lo que está viendo?
    
    - Perdón Marta, no pretendía asustarla, ni me esperaba encontrarla así.
    
    - Es la parte que le faltaba por conocer, el resto ya lo ha visto. Y no verá más, se lo aseguro.
    
    - Perdone Marta, no entiendo a qué se refiere.
    
    Entonces, me agarra por un brazo y me pone delante de la mesa de trabajo, mirando hacia la ventana, en el lugar que ella estaba ayer por la tarde y me ...
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