1. Anita de tus deseos (capitulo 7)


    Fecha: 21/01/2020, Categorías: Anal Autor: cleversex, Fuente: CuentoRelatos

    ... Shakespeare a los que me he aficionado.
    
    — ¿Qué quieres que te regale por haber aprobado todo y haberte sacado el carné de conducir? —preguntó mientras nos servían los cafés.
    
    —Un coche, —respondí sin titubear: sabía muy bien lo que quería.
    
    —Vale, ¿has pensado en algún modelo en concreto?
    
    —Sí, quiero un Dacia Dokker.
    
    —Pero hija, eso no es un coche, es una furgoneta.
    
    —Ya lo sé, pero es lo que quiero.
    
    —Te aseguro de que nos podemos permitir algo mejor.
    
    —Me da igual: es lo que quiero, —insistí.
    
    —Pues ya esta: mañana nos vamos a un concesionario que conozco y lo compramos. Y ahora queda tu regalo de cumpleaños, —dijo mientras se sacaba del bolsillo de la chaqueta una cajita. La cogí y la abrí.
    
    —Es precioso, —dije cuándo lo vi. Era un cronógrafo blanco con la esfera morada. Me encantó.
    
    —Y por último…
    
    —¿Más?
    
    —… dentro de una semana nos vamos diez días a Marrakech, —me dieron ganas de levantarme y dar saltos de alegría—. ¡Ah! Y no son vacaciones: son días que me deben. De vacaciones nos vamos en agosto: vete pensando dónde quieres ir.
    
    —A la playa con la autocaravana, y me da igual el sitio mientras haga calor y calor.
    
    —Hasta en eso te pareces a tu madre. Vale, pues ponte a buscar camping. Te haré una lista con los que visitaba con tu madre, lo que pasa es que algunos son nudistas.
    
    —¿Nudistas?
    
    —Sí, de esos íbamos a dos: uno en Cartagena y otro en Málaga, en Almayate. ¿Te interesa?
    
    —Sí, me mola la idea de estar en pelotas y ...
    ... que la gente vea lo buena que estoy, —papá casi se atraganta con mi afirmación—. Lo que pasa, ahora que lo pienso, que la gente te va a mirar la polla y van a pasar de mí.
    
    —¡Joder! ¿Y qué quieres que haga? No me la voy a cortar, —dijo papá siguiendo la broma.
    
    —Ni se te ocurra.
    
    Una semana después aterrizamos en el aeropuerto de Marrakech. Inmediatamente noté ese calor tremendamente seco de primeros de julio. Un vehículo del hotel nos estaba esperando y en él nos dirigimos al corazón de la ciudad.
    
    El hotel era grande, tipo riad, con una gran piscina en el centro, spa, estaba situado en el interior de las murallas de la medina, y a un par de minutos escasos de la plaza de Yamaa el Fna. Llegamos sobre las diez y media de la mañana, nos registramos y papá cambió moneda en la misma recepción. Después nos acompañaron a la última planta dónde papá había reservado una suite.
    
    —¿Vamos a la plaza? —dije antes de plantearme deshacer las maletas.
    
    —No, a esta hora no está la plaza, —y ante mi cara de incredulidad se echó a reír—. Ahora mismo solo está la explanada. Todas las noches se desmonta todo para que los de la limpieza pasen con las mangueras.
    
    —¡Ah! ¿Sí?
    
    —Sí mujer, —y mirando el reloj, añadió—. Te cuento cuál va a ser nuestra programación diaria: nos levantamos moderadamente pronto, desayunamos, visitas turísticas, regresamos al hotel, comida y piscina. Luego spa o gym, o las dos cosas, cómo quieras. Y a eso de la siete de la tarde, salimos a la plaza y a ...
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