Desafío de galaxias (capitulo 68)
Fecha: 25/01/2020,
Categorías:
Hetero
Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos
... estaban el resto de invitados— ¡vaya par de tontos!
Se estaban besando con el resto de invitados cuándo llegaron Marión e Hirell con su regalo. Hirell iba muy elegante, sobrio, pero elegante y Marión preciosa
—Lo sentimos señor canciller, —se disculpó Hirell— llegamos un poco tarde.
—No os preocupéis, además, mi hija y Marisol acaban de llegar. Todavía nos estamos metiendo con ella.
—Bueno, ya estamos todos, ya puedes empezar a abrir regalos, —dijo la madre de Anahis. Obediente, el canciller comenzó a recibir los regalos y a abrirlos. Por último, Anahis y Marisol le entregaron el suyo.
—Que paquete tan grande… y pesa, —dijo el canciller depositándolo sobre una mesa. Quitó el lazo y el papel y dejó al descubierto una caja de madera con tapa de marquetería. Paso la mano por la superficie—. Esto es marquetería artesanal… y antigua.
—Es marquetería italiana. Está pieza tiene más de ochocientos años, —corroboro Marisol.
—Se manufacturó en la antigua Tierra, antes de la Gran Emigración, —añadió Anahis—. Pero, venga, ábrela.
Su padre abrió la tapa y comenzaron a sonar los acordes de: «Carnaval de Venecia» de Paganini.
—¡Es un carillón! —exclamó al canciller entusiasmado— y mecánico.
—Esto vale una pasta, —dijo el presidente.
—No me lo recuerde, —bromeó Marisol.
—Aun así, es casi imposible encontrar piezas de esta antigüedad; están casi todas en museos, —afirmó el canciller.
—En el sobre que hay dentro, están los certificados de ...
... autenticidad.
—Pero, ¿cómo lo habéis conseguido?
—Porque da la casualidad, que uno de los oficiales del Cuartel General, es de Nueva Italia, y sus padres tienen un negocio de antigüedades en Siena, una empresa familiar de mucho prestigio, especializada en piezas italianas de los siglos XIX y XX.
—Mañana quiero que me presentes a ese oficial, —dijo el presidente—. Me interesa tener un anticuario de confianza.
—Se lo repito: son buenos, pero son caros, —afirmó Marisol sonriendo—. Se lo digo porque usted es un poco roñoso.
—Y tienes razón, pero para estás cosas no lo soy, te lo aseguro.
—¿Es que no lo sabias?, lo que mi padrino ahorra gorroneando las comidas a los demás, se lo gasta en antigüedades.
—Lo que no sabía es el mecanismo, —bromeó Marisol— porque un presidente federal no gana tanto.
—¡Eso seguro! —exclamó el presidente— los cuatro militares que estáis aquí, ganáis bastante más que yo.
—¡Ande! No exagere.
—No, si no exagero.
—Pero, es que nosotros cobramos muchos complementos: peligrosidad, plus de campaña, dedicación exclusiva… —comenzó a enumerar Marión.
—¿Qué te parece? —preguntó el presidente al canciller— dedicación exclusiva, y nosotros nada.
—Todo esto lo organizasteis vosotros: los políticos, —afirmó Anahis— los militares no participamos en la redacción de la ley de retribuciones.
—¿Tú crees que se nos fue la mano?
—Vamos a tener que reformar esa ley, —afirmó a su vez el presidente.
—¡Hombre! Si nos hacen regalos como este, ...