Un chico lindo, demasiado lindo (4)
Fecha: 03/02/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
Finalmente, los padres del chico volvieron de sus vacaciones y fue terrible para el pobrecito la tensión interior que padeció cuando debió disimular y fingir que todo estaba bien, que no había tenido ningún problema, mientras a su mente volvían una y otra vez, como flashes torturantes, las imágenes de esas fotos en las que aparecía en situaciones tan indignas y que lo mantenían en poder del grupo de pervertidos.
Al día siguiente el matrimonio volvió al trabajo, pero faltaba todavía una semana para el comienzo de las clases, de modo que, desde ese día, lunes, hasta el viernes, el chico quedaría a merced de los viejos desde las once de la mañana hasta alrededor de las siete y treinta de la tarde, media hora antes del regreso de sus padres.
Pocos minutos habían pasado desde las once y él esperaba en el comedor tal cual le habían ordenado: desnudo.
Minutos después entraron la “señorita” Rosa, don Benito, Ermelinda y Pola en ese orden y el chico se estremeció al advertir las expresiones perversas en sus caras. Estaba de espaldas contra la cómoda y el grupo de viejos rodeó la mesa, don Benito y Rosa por la derecha, Ermelinda y Pola por el lado opuesto. Apenas estuvieron junto a él comenzaron los toqueteos y sobamientos por parte de los cuatro, que semejaban bestias en celo en tanto el pobrecito gemía y rogaba vanamente.
-Quieto, putito, quieto. –ordenó Rosa mientras luego de ensalivarse el dedo medio de la mano derecha trataba de introducirlo en el tierno ...
... culito.
-No, no… ¡No! ¡No! –clamó el chico al sentir esa cosa que pugnaba por entrarle
-Esperá, Rosa, esperá. –intervino Ermelinda. –Yo también quiero cogérmelo y estoy segura de que Pola y Benito también.
-¡Claro!
-¡Por supuesto!
Dijeron casi al mismo tiempo ambos aludidos.
-¿Y entonces? –quiso saber la “señorita” sin abandonar su intento de penetración mientras tenía al chico de espaldas a ella y le rodeaba la cintura con su brazo izquierdo.
-Entonces cojámoslo tranquilos, ahí, en el sofá donde duerme. Lo ponemos boca abajo sobre dos de esos almohadones, con el culito en alto y le damos de a uno, el viejo al final, como la frutilla del postre.
-Buena idea, Erme. –aceptó la vieja y mandó a don Benito a traer de su pieza el pote de vaselina.
En cuanto el vejete abandonó la habitación Ermelinda puso dos de los tres almohadones del sofá cama uno sobre el otro y entre las tres colocaron al chico de panza sobre ellos, de modo que el pobrecito quedó en posición perfecta para ser violado, con el culo en alto. Muy poco después volvió Benito y apenas entró a la habitación se inclinó sobre el chico y le embadurnó con vaselina el diminuto orificio anal.
-Mírenlo cómo tiembla… -observó Rosa y sus palabras provocaron sádicas risitas en Ermelinda y Pola.
-Venga, fóllenlo pronto que quiero darle polla. –urgió don Benito.
-Dame la vaselina, viejo. –pidió la “señorita” y una vez en posesión del pote se envaselinó el dedo medio y el índice, se sentó en el borde de la ...