Un chico lindo, demasiado lindo (4)
Fecha: 03/02/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... ¿eh, rico?... Tengo esas fotos, putito… -dijo el sátiro. –así que sos mío, a menos que prefieras que les mande esas fotos a tus papis.
-Por favor, don Ernesto… Por favor, no doy más…
-Te dejo porque tengo que ir al correo, putito. –arriesgó don Ernesto.
-No… no…
-Vos decidís, nene… ¿Mando esas fotos o sos mío?
El chico tragó saliva, acorralado y finalmente dijo:
-No mande las fotos…
-¡¿Sos mío o qué, pendejo?!
El chico hizo una pausa y por fin aceptó que no tenía otra salida que entregarse al depravado.
-Sí, don Ernesto, soy… soy suyo…
-Muy bien, mañana te espero en mi casa a las cinco de la tarde. Anotá la dirección.
-Espere, don Ernesto… -dijo el chico y segundos después volvía con un bolígrafo y una hoja de cuaderno en la cual anotó la dirección de su nuevo dueño.
Esa noche don Ernesto hablaba con la señora Hilda, mujer cincuentona y su mucama desde hacía diez años, una persona de su entera confianza que sabía de su afición por los chicos y nunca se lo había reprochado.
Había terminado de cenar y cuando la mujer se disponía a levantar la mesa y a lavar la vajilla él la invitó a sentarse.
-Hilda… -le dijo. –Tengo que hablarte de algo muy importante…
-Dígame, don Ernesto.
-Bueno… Yo sé que… que vos sabés de ciertos gustos que tengo…
-Sí, don Ernesto…
-Y te agradezco que nunca me hayas reprochado nada…
-Cada cual es dueño, don Ernesto.
-Gracias por tu comprensión, Hilda… Te cuento que… que conocí a cierto jovencito ...
... de dieciocho años que me tiene loco y lo voy a traer a vivir acá.… Vos vas a tener que encargarte de él, de… vigilarlo y atenderlo mientras yo estoy en el negocio…
-¿Vigilarlo?
-Bueno, es… es una manera de decir… -se justificó el vejete.
-¿El chico va a estar acá por la fuerza y por eso usted dijo eso de vigilarlo, don Ernesto?
El viejo respiró hondo, asombrado por el comentario de su mucama y dijo:
-No entiendo…
-Usted no me conoce del todo, don Ernesto, pero le aseguro que puede confiar en mí.
Don Ernesto no salía de su asombro ante el rumbo que había tomado la conversación.
-Si ese chico va a estar acá por la fuerza no se preocupe, porque no voy a dejar que se escape.
Ante semejantes palabras, don Ernesto le contó a su mucama la historia del chico y luego le dijo:
-¿Estás dispuesta a ser una guardiana dura?
-Explíquese, don Ernesto.
-Digo, ¿creés que serás capaz de disciplinarlo si llegara a retobarse?
-No me gusta que se me retoben, don Ernesto, y mucho menos un mocoso.
-¡Perfecto, Hilda! ¡Perfecto! El chico va a venir mañana a las cinco de la tarde. Quiero que le des la bienvenida, me lo encerrás en el fondo y después me llamás al negocio para confirmarme que todo salió como espero.
Al fondo de la casa del vejete había un patio y al costado derecho una habitación destinada a los jovencitos que don Ernesto llevaba ocasionalmente a su casa, porque luego de cogerlos prefería dormir solo. Había un camastro y contra la pared opuesta ...