1. Cornudo desde una jaula


    Fecha: 05/02/2020, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Moncho37, Fuente: CuentoRelatos

    ... sepas que para que la fantasía sea lo más morbosa posible, es mejor que para el fin de semana estés cuanto más salido mejor, así que nada de sexo hasta el sábado.
    
    Con todavía más dudas que antes y unas ganas de follar inaguantables, me resigné a seguir dejando pasar los días en espera del fin de semana, los cuales parecían interminables, y a medida que se acercaba la fecha me iba subiendo más la calentura. Pero al fin llegó el esperado sábado, y ya a media mañana mi mujer me comentó que tendríamos que salir de casa poco después de las cinco de la tarde, ya que íbamos a visitar un curioso lugar que me prometió yo recordaría durante bastante tiempo.
    
    Mi primera sorpresa llegó cuando, mientras Laura terminaba de arreglarse en el cuarto de baño, la vi salir de él vestida con una provocativa minifalda a cuadros azules y una blusa blanca bastante ajustada, que unido a que no llevaba sujetador, dejaba apreciar sus bien torneados pechos y marcaba claramente sus pezones detrás de la tela. Para completar su atuendo, calzaba unos zapatos negros de medio tacón y unas medias blancas que solo llegaban a cubrirle las piernas hasta un poco por debajo de la rodilla. El conjunto, le daba un cierto aire de colegiala traviesa que de inmediato hizo que la polla se me empezara a poner dura bajo los pantalones. Salimos de casa y ya en el coche mi mujer me indicó que tomara la dirección del centro de la ciudad, hacia un conocido e inmenso parking de la zona portuaria. Unos cuarenta y cinco ...
    ... minutos después, entre semáforos y tráfico, aparcábamos en el citado garaje y Laura comenzó a guiarme en dirección al casco antiguo cogida de mi brazo, pero sin pronunciar una sola palabra sobre a donde nos dirigíamos.
    
    Yo empezaba a encontrarme un poco nervioso y bastante molesto a causa de la tremenda erección que se me había producido ya antes de salir de casa. además, Laura estaba impresionante con la vestimenta que había elegido para la ocasión, y aunque la zona por la que caminábamos era muy frecuentada por todo tipo de prostitutas y travestís, Laura no pasaba desapercibida y era objeto de las más lascivas miradas de cuantos se cruzaban con nosotros.
    
    Después de unos diez minutos andando, llegamos a un viejo edificio de cemento gris situado en una estrechísima calle por la cual difícilmente hubiera podido pasar un coche. En la portería, cerrada con un viejo portón de madera que daba la impresión de no haber sido pintado en los últimos quince años, nos encontramos con un sucio portero electrónico con ocho escuetos timbres divididos en dos filas. Mi mujer pulso el que estaba más abajo y al lado de la calle, y pasados unos segundos pudimos oír una voz grave y metálica que preguntaba:
    
    —¿Quién es? —en un tono que cualquiera hubiera pensado que le habíamos despertado de una siesta.
    
    Mi esposa se limitó a contestar con un seco “Soy Laura” e inmediatamente sonó el zumbido de la cerradura eléctrica para abrirse tras una leve presión en la puerta por parte de ella. Entramos ...
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