Negación - Capítulo 7
Fecha: 09/02/2020,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos
... preguntándole ahora qué, me hizo una seña con la mano para que me girara, obedecí. Lo sentí a mi espalda, se sacó los zapatos y la cazadora. Se puso rápidamente de pie, y al segundo siguiente sentí su respiración en mi nuca.
- Te abres de piernas tan fácil, Puta… sólo tengo que decir dos palabras y ya te tengo pidiendo verga – apoyó una mano en mi zona sacra, curvando mi espalda.
Comencé a rezar, invocaba a Santa Claudia de los Culos Rotos, para que el maldito medicamento funcionara y si me iban a romper el ano esta noche, por lo menos, que no doliera. Toda mi fe estaba puesta en el bendito supositorio. Su mano comenzó a ascender por mi espalda, enviando electricidad a todo mi cuerpo. Ambos respirábamos ruidosamente, yo lleno de miedo, y él de lujuria.
- Me encanta tu culo Puta – confesó – por eso siempre vuelvo a ti. El agujero entre tus piernas me tiene hechizado.
Su mano llego a mi cuello, y bruscamente me apoyo contra el muro. Con uno de sus pies, amplió el espacio entre mis piernas. Quedé con la cara y el pecho pegados a la pared, su mano haciéndome presa ahí. Mi abdomen era un puente que conectaba ambas partes de mi cuerpo. Se acercó y lo sentí duro en mis nalgas.
- ¿Me sientes? – su voz fue un susurro profundo.
Asentí, podía verlo por el rabillo del ojo, todos su cuerpo en tensión, veía la forma en que los músculos de sus brazos se marcaban, la rigidez de su pecho, los botones de sus camisa amenazando con estallar con cada movimiento. Comenzó a ...
... restregar su bragueta en mí. Sentía su pene palpitando en su encierro, exigiendo ser liberado.
Apoyó su otra mano frente a mi cara, mientras su cadera comenzó un movimiento frenético contra mí. Vi los músculos de su antebrazo, la forma en la que las venas y los tendones se hinchaban cada vez que hacía fuerza para amortiguar su peso, con cada movimiento que hacía. Y luego se alejó, abrió su cremallera y liberó su erección.
Ver su pene siempre era un espectáculo, me gustara o no, el hombre tenía una herramienta que me hacía agua la boca. El monstruo entre sus piernas era de un color más oscuro que su piel, estaba circuncidado, dejando al descubierto un glande prominente, más ancho que el cuerpo, de un delicioso tono rosado. Su falo media algo así como veinte centímetros, pero no era el largo lo que impactaba, era el grosor. Incluso su miembro era musculoso, pero el detalle que me fascinaba era que no se observaban venas en toda su longitud.
Mantuve mi posición, comencé a respirar más rápido, casi jadeando. La incertidumbre me estaba desesperando. Quería que la metiera pronto, que se corriera luego, y no me desgarrara en el proceso. La lidocaína tenía que funcionar, hasta el momento no sentía nada en mi interior que me dictara si el medicamento hizo algún efecto. Sólo había una forma de comprobarlo, y esa era siendo penetrado por él.
- Los preservativos están… - comencé. No me había olvidado del asunto. Me dio una nalgada que me hizo saltar, dejando ardor ahí donde su mano ...