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Albertito 2
Fecha: 10/02/2020, Categorías: Gays Autor: juanitocaminador, Fuente: SexoSinTabues
... echás otro?". No había forma de ponerle una pizca de erotismo, pero me dejaba relajado. Ya no buscaba a Damián, pero si él me buscaba, seguro me encontraba y toda la líbido que no desataba con Alberto estallaba en Damián, mi boca y mi culo cada vez más ardientes y mi verga dejándolo extenuado y con el anito enrojecido como él y Victor me lo habían dejado esa fatídica tarde. Mi rencor por su falta de apoyo crecía, mi corazón evidentemente no había sanado. Una tarde de domingo, soleada y dulce, estábamos casi todos en la esquina, Daniel, Manuel, Marcos, Carlos, yo. y Alberto. Pasó Graciela, la pendeja de la otra cuadra, con su jumper de la escuela que por detrás le abultaba bastante. - Mirá, mirá, mirá!, que tremendo culo está haciendo Graciela! Para mi que se la cogen. - Mejor que el de Alberto? - Ustedes que saben como es mi culo? - Dale Alberto, no jodas, que todos lo sabemos. - Claro, cuando me los cojo me lo miran, eso pasa. - Che y si vamos a coger? - Todos?, ni en pedo!, adonde me van a llevar? - Si vamos al monte de los pinos? - No, yo no voy - Dale Alber! - Bueno, vamos. El monte de los pinos eran una media docena de hectáreas de sembradío de pinos que quedaba a unas 25 cuadras de casa, bastante para caminar, sin guardias ni vigilancia de ninguna clase. Sólo había que saltar un alambradito bajo y meterse en la ordenada y cuidada espesura. Salimos los seis entre bromas y pedidos de disculpas a Alberto por haber pensado que el culo de Graciela era más lindo que el suyo. ...
... Alberto estaba feliz, nunca lo vi tan contento. Iba en medio nuestro haciendo bromas tontas como siempre, a veces lo hacíamos adelantar para juzgar en grupo las bellezas de sus nalgas. A nuestros comentarios retrucaba con sus enojos sonrientes y con sus tradicionales amenazas de violación y regresaba al grupo. Llegamos al fin al alambrado del montecito y comenzamos de a uno a agacharnos para pasar entre dos alambres. Alberto, siempre físicamente torpe, quedó medio enganchado entre los alambres. Manu, solícito, enseguida se ofreció a ayudarlo y le metío un manotazo en el culo como para violarlo. Mal gusto, enojoso, pero efectivo, porque Albertito pasó al otro lado del alambrado, jeje. Caminamos entre las hileras de árboles hasta llegar a un pequeño claro, a unos 300 metros del alambrado. Nos quedamos todos parados y en silencio sin saber qué hacer, hasta que Carlos tomó la iniciativa. Bajó el cierre de su jean y peló su enorme verga. -Dale Alberto, chupá. Alberto, obediente, se arrodilló frente a la verga de Carlos y se la comenzó a mamar despacito. Los demás nos ubicamos en círculo, dejando a Alberto en el medio. Primero Marcos, después Manuel, después todos los demás, pelamos nuestras vergas y comenzamos a tocárnosla. Era la primera vez que veía la verga de mis amigos, la de Carlos debía medir más de 20 cm, era ancha, huesuda y de glande pequeño, la de Marcos, su hermano, apenas un poco más corta, muy gruesa, del mismo aspecto y con un glande más pequeño aún, una pija como ...