1. El reencuentro - 2ª parte


    Fecha: 11/02/2020, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... visita
    
    ¡Qué narices quieres, si es que puede saberse!... Estamos desayunando…
    
    Pues ¿sabes cuñado que un café con leche, calentito y algo para mojar me vendría la mar de bien ahora?… Pues, digo yo, que no me vas a dejar aquí, en la puerta, hasta que vosotros terminéis…
    
    Mateo puso una cara que nada bueno presagiaba para el “cara” de su cuñado, pero se hizo a un lado para dejarle entrar y, seguidamente, le guió hasta la cocina, donde la familia desayunaba, para entrar allí diciendo
    
    ¡Aquí tienes al “cara” de tu hermano, que se ha invitado a desayunar!
    
    Si las miradas mataran, dónde estaría ahora Daniel, pues la que Sandra le dirigió nada más verle era de asesina de la secta “Thug”, de la diosa Kali (1). Pero lo que hizo no fue fulminar a su hermano, sino levantarse para prepararle el desayuno. Se lo sirvió, café con leche caliente, como él demandara a Mateo, más unas magdalenas de esas largas y al estilo pasiego y algún que otro “suizo”… ¡Qué casualidad!, se dijo él; creen que vengo de Suiza y me ponen un “suizo”…
    
    Sandra, ni una palabra le dirigió; ni siquiera saludarlo al verlo… Y Mateo tampoco… Sólo los niños, sus dos sobrinos, picada su curiosidad ante aquél desconocido que, tranquilamente, entraba en su casa y se sentaba, sin más, a la mesa a desayunar… Como es lógico preguntaron que quién era ese “señor” y Mateo por poco dice que hermano de su madre, pues empezó a decir “Es el tío”… Pero Sandra se adelantó a él para decir
    
    Es el tío Daniel; un antiguo ...
    ... amigo mío…
    
    Daniel se rió cuando escuchó a su hermana, y remató el conocimiento que Sandra diera a sus hijos, añadiendo
    
    Sí chavales. Vuestra madre y yo nos conocemos de hace muchos años; desde que los dos nacimos, puede decirse… Y, ¿sabéis una cosa?... Que vuestra madre y yo hasta fuimos novios hace años… Nos quisimos mucho. Sí; nos queríamos muchísimo; yo a ella y ella a mí… Pero, ¿sabéis?... No pudo ser… Cuando nuestros padres se enteraron nos separaron… A mí me echaron de casa… Sí, chavales; tuve que irme de casa muy, muy joven… Y buscarme la vida… Que no fue fácil…
    
    Mientras esto decía, Daniel no miraba a sus sobrinos, pues, realmente, no les hablaba a ellos. Miraba, fijamente, a Sandra; a su hermana. Ella, enseguida, tan pronto él empezó a entrar en “harina”, se puso tremendamente colorada y desvió la mirada, bajándola al suelo. Pero enseguida que Daniel calló, alzó el rostro a sus hijos y, en forma la mar de desabrida, les espetó
    
    ¡Queréis acabar de una vez el desayuno y marcharos a jugar!
    
    Entonces fue Mateo quién habló a sus hijos
    
    Anda chicos; si queréis, dejaros lo que os falta del desayuno y saliros a jugar al jardín. ¡Pero ya sabéis; por aquí adelante, nada de ir a la parte de atrás!
    
    ¿Podemos mamá?
    
    Los chicos, niño y niña, habían preguntado a Sandra, su madre, lo que a Daniel le indicó que, quién debía bregar a diario con sus sobrinos sería mucho más su madre que su padre, ya que no se atrevieron a tomarse la libertad que su padre acababa de darles ...
«12...8910...21»