El reencuentro - 2ª parte
Fecha: 11/02/2020,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... central no en Berna, sino en Zúrich, con filial española en Madrid. En fin, que las conversaciones mejor no pudieron ir, con lo que en quince-veinte días todo estaba resuelto.
El mismo día treintaiuno tras que entregara la carta de renuncia en su empresa, estaba ya citado en las oficinas de la filial madrileña de la que sería su nueva empresa, para firmar contrato y, de inmediato, empezar a trabajar allí. Y tal fue lo que sucedió, que en el día y hora estipulados, las diez de la mañana, Daniel estaba en Madrid y en las oficinas donde de inmediato firmó contrato para a continuación presentarle en su nuevo destino, su nuevo despacho y, en fin, desde aquél momento pues, ¡a trabajar se ha dicho!
Daniel había aterrizado en Barajas de madrugada, a eso de las seis, y lo único que entonces hizo fue tomar habitación en un hotel del aeropuerto; ducharse, afeitarse, cambiarse de ropa y salir hacia las oficinas donde le esperaban, como alma que lleva el diablo, por lo que cuando, hacia las tres de la tarde, acabó la jornada del día lo primero que hizo, amén de comer, fue empezar a buscar dónde poner el “huevo” en Madrid.
La “faena” resultó bastante más ardua y larga de lo que en principio esperaba. La compra, descartada; él esperaba que Sandra se fuera a vivir con él, por lo que ella querría ver…incluso, escoger y decidir cuál iba a ser su hogar desde entonces. Así que se centró en pisos en alquiler; no demasiado onerosos, cómodos, bien situados y comunicados… Y en zona ...
... decididamente burguesa de, mínimo, medio nivel económico. Nada tenía contra las clases populares, pero él siempre había sido un profesional, luego un burgués de tomo y lomo.
Aunque le costó trabajo y a un precio muy superior a lo en principio presupuestado, Daniel acabó por encontrar lo que buscaba: Un pisito pequeño, dos dormitorios, amueblado todo él y muy coquetón. Situación inmejorable, en la tranquila calle de Fernán González semi esquina a la de Sainz de Baranda y podría decirse que frente al Retiro; con dos buenos colegios a tiro de piedra, en la calle Lope de Rueda, a dos bocacalles, uno religioso, el otro público; y consultorio de la Seguridad Social a un paso, más metro y autobús a la puerta, como aquél que dice. Otro aspecto que llamó su atención fue adquirir un coche apropiado para ellos cuatro, Sandra, sus dos hijos y él mismo.
Todavía allá en Berna, Daniel había localizado el domicilio de Mateo y Sandra por medio de los archivos médicos, igual que Mateo encontró su teléfono por esos mismos medios, con lo que a casi un mes de llegar a Madrid, una mañana de sábado frenó el coche ante la verja del chalet que compartían Sandra y su marido. Bajó del auto y, decidido, abrió la cancela para, llegándose hasta allí a través del sucinto y estrecho caminito enlosado en plana pizarra, se plantó ante la puerta de la vivienda, llamando ostensiblemente. Le abrió Mateo, el marido de su hermana y, por tanto, su cuñado, que le miró fríamente, sin asomo de complacencia a su vista y ...