1. La mujer de mi hijastro


    Fecha: 11/02/2020, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... yo fui a la cocina y me estaba haciendo el mate, cuando me doy cuenta que Mireya estaba parada en la puerta, la quedé mirando sorprendido, estaba con el pantalón corto de un pijama y una camiseta, descalza, su pelo suelto. «Madre mía Mireya, que linda que sos», le dije mirándola de pies a cabeza. «Así le gusto más», me dijo ahora sin bajar la mirada, «estás divina», le dije apartando el pelo de su cara, le miré los ojos, y sin poder contenerme, le besé los labios. Mireya me quedó mirando sin decir nada, le agarré la cara entre mis manos y la volví a besar, sintiendo como ella respondía a mi beso, «soy una pecadora», me dijo, «todavía no hemos pecado», le dije volviendo a besar la boca de mi nuera, abrazandola, pegando su cuerpo al mío, sintiendo como sus tetas se pegaban a mi pecho, ella me abrazó también, metimos nuestras lenguas en nuestras bocas, yo metí mis manos dentro del pantalón de su pijama, agarrando sus nalgas, duras, redondas. La levanté a upa y ella enrosco sus piernas en mi cintura, y así nos fuimos a mi dormitorio sin dejar de besarnos. Nos acostamos y la seguía besando, su cara, su cuello, ella movía su cabeza gimiendo, le empecé a sacar la camiseta, el sujetador. Le chupaba sus tetas cobrizas, con una aureola y un pezón marrón oscuro. Ella me acariciaba la cabeza mientras yo bajaba besando todo su cuerpo, bajando el pantalón y la bombacha que llevaba puesto, ella levantaba su cola para que la desnude. Le abrí sus piernas, vi su concha con apenas bellos, y ...
    ... metiendo mi cabeza, le empecé a chupar la concha. Mireya retorcia el cuerpo dando fuertes gemidos. Yo lambia y chupaba esa concha mojada mientras ella pasaba sus pies por mis brazos, y gemia, gritaba de placer. La hice dar vuelta, mirando esas nalgas cobrizas, redondas, bien duras. Se las empecé a besar, a morder, le abrí las nalgas, viendo ese ojete oscuro, apretado, se notaba que era virgen del ano. Metí mi cara entre sus nalgas y empecé a chuparle el ojete. El grito de placer que dio cuando sintió mi lengua lamer su ano fue tremendo. Me desnude enseguida, la seguí lamiendo, la puse boca arriba, levantando sus piernas con mis manos, acomodo mi pija contra su concha y se la empecé a meter, escuchando los ayes de placer que daba Mireya. Nos miramos, nos besamos sin decirnos nada, solo nos moviamos. «Por que tú hijo no me cacha asi?», me decía Mireya moviendo sus caderas, «porque es pelotudo», le dije chupando sus tetas y metiendo y sacando mi pija de la concha de Mireya, que estaba con sus piernas bien levantadas y abiertas. «Quiero hacerte la colita Mireya, dame esa colita hermosa que tenes», le decía lamiendo sus pezones. «Por el chiquito, nunca lo hice por ahí», me dijo con miedo en la voz. «Confía en mi, voy a ser bien delicado», le dije sacando mi pija de su concha, viendo lo abierta que estaba, ese rojo carmesí. Me volví a meter entre sus piernas y le seguí chupando la concha. Estaba tan mojada, se notaba que estaba tan caliente que no le iba a doler mucho cuando le rompa ...