Mi perro se llamaba Tarzán
Fecha: 14/02/2020,
Categorías:
Zoofilia
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
Mi Perro se llamaba Tarzan En un momento de mi vida cuando tenía 12 años descubrí el placer sexual de la masturbación. Un día instintivamente comencé a tocarme el sexo sintiendo una sensación que me resultó muy agradable y que me llevó a la eyaculación con un placer que hasta ese momento había resultado, para mí, desconocido. Ese placer que de modo tan casual había descubierto fue tal que enseguida quise volver a experimentarlo y comencé una carrera de muchísimas masturbaciones. No pasaba un día sin que me hiciera, al menos una hermosa paja. Para ello, por cierto comencé a utilizar la imaginación e idear diversas situaciones y en esas ideas muchas veces eran pensándome como un chico manteniendo relaciones con una chica, pero también había muchas en donde mi imaginaba con otro chico, en estos casos, yo siempre asumiendo el papel pasivo. Con el tiempo, cuando me hacía una paja, pensándome en el papel de hembra, comencé también a introducirme diversos elementos por el ano, algo que repetí muchas veces por cuanto el orgasmo con ello era un extasis extraordinario. - En verano, en mi casa era casi religioso que todos tomaran una siesta de la menos dos horas, y ese era el momento en el que yo elegía hacerme hermosas pajas. Rápidamente me despojaba de la escasa ropa que llevaba, un pantaloncillo corto y un calzoncito tipo slip y me gustaba andar así, completamente desnudo por el fondo de casa, que estaba parquizado con muchos árboles frutales y donde se hallaba, atado pobrecito, ...
... mi perro al que mi padre había puesto el raro nombre de Tarzán, quizá porque ese hubo sido su personaje de ficción preferido. Tarzán era un perro de raza collie a cuyo lugar una vez, también casualmente me acerqué, andando como dije totalmente desnudito. Sin que en principio me diera cuenta, Tarzán se acercó a mi, metió su hocico entre mis nalgas y me dio un profundo lengüetazo que me recorrió todo el ano despertando en mi todas las sensaciones, muy agradables, de las terminales nerviosas que poseía en el lugar. Está claro que la lamida me excitó y en un estado de mediana confusión me di vuelta para mirar al ser que tan hermosamente me había hecho sentir. Tarzán estaba allí frente a mi, con su lengua afuera y moviendo la cola, como demostrándome que estaba contento de que yo estuviese junto a él desnudo y pudiera lamerme esa zona de mi cuerpo. Miré a todos lados, no había nadie, así que decidí ponerme en posesión para que mi amigo perruno continuara dándome ese placer, no ocurriéndoseme mejor cosa que la de ponerme en cuatro patas, con mi cola apuntando a la cara de Tarzán. Mi perrito aceptó el convite y me comenzó a lamer profusamente el ano, pasándome la lengua rugosa haciendo que yo estuviese totalmente caliente, respirando agitadamente y suspirando de un modo más bien femenino. Mi pene estaba ya absolutamente duro y listo para recibir el masaje placentero de mi mano, mientras sentía que mi ano latía, estando absolutamente humedecido por la saliva de Tarzán a partir de lo ...