1. Una esclava inesperada VI


    Fecha: 17/02/2020, Categorías: Gays Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    ... tragara mi verga por completo. Me encanta hacer esto cuando alguien me hace un oral. Es muy rico y sé que a algunas mujeres les encanta. Seguimos así por unos 15 minutos más, porque ya el culo de Ga estaba adquiriendo un tono morado.
    
    Elisa reclamaba, nuevamente, que alguno de sus agujeros estuviera ocupado y se me ocurrió una idea. Le dije que siguiera azotando a Ga, no importara que. Le solté una fuerte cachetada a mi puta personal que ya comenzaba a dar muestras de dolor en cada azote, pero aun así no se movía de su posición. Bajé a la cocina y busqué en el refri un pepino o algo con similar forma. Encontré un pepino algo grande, pero útil. También agarré una zanahoria y un plátano. Subí y encontré a Ga mamando por enésima vez la concha de Elisa, la cual sonreía. Aún erecto, decidí darle un regalo a Ga, pues ya se lo merecía. Como Elisa estaba sentada, y Ga a cuatro haciendo su labor oral, se la clavé a Ga por detrás. Su vagina no era tan estrecha como la de Elisa, sin embargo, seguía siendo una delicia. Ga gritó de placer y en ese momento Elisa se vino en su cara lanzando nuevamente una cantidad impresionante de fluidos. Taladré sin contemplaciones a Ga, que sonreía y a ratos la nalgueaba. Ella estaba feliz, aunque su culo estaba ya morado.
    
    Elisa se recostó en la cama y nos miraba. Yo estaba disfrutando la cogida al máximo. Pero no aguanté mucho. Quizá sólo 10 minutos y me vine en una cantidad raquítica dentro de Ga. Estas mujeres me habían secado los huevos. Aun así ...
    ... todavía no terminaría la fiesta. Ga estaba feliz, extasiada y cayó rendida después de que termine dentro de ella. Reparé en Elisa, quien se estaba metiendo la zanahoria por su concha y nos observaba. “¿Disfrutando del espectáculo?” le dije y solo atinó a reírse. Mi verga al parecer ya no daba para más, pero para eso tenía los instrumentos del refrigerador. Cogí el plátano e intenté meterlo en el culo de Elisa, sin embargo, era un poco más grande que su negro agujero y me estaba costando trabajo. “Lubrica ese culo con tu lengua” le ordené a Ga. Ni presta ni perezosa comenzó a mamar el ojete de Elisa, mientras yo la masturbaba frenéticamente con la zanahoria y le masajeaba sus pequeñas tetas. Ella sólo gemía. Cuando consideré que era suficiente, le dije a Ga que parara. Le ordené que chupara un poco el plátano y después de un poco de trabajo (y dolor para Elisa) logré que el plátano entrara en su culo. Esto aunado a que tenía una zanahoria en su vagina hizo que después de unas pequeñas acomedidas de los alimentos que tenía ensartados bañara nuevamente a Ga, la cual mamaba su concha, con un enésimo orgasmo.
    
    Po otro lado, le dije a Elisa que comenzara a lubricar el gran pepino que había traído. Al principio se negó, pues dijo que eso no cabía ni en su coño y mucho menos en su culo, pero después de saber que era para Gabriela, se dedicó ávidamente a la tarea. Ga ni siquiera se inmuto, al contrario, abrió más sus piernas mientras seguía mamando la concha de Elisa. Cinco minutos ...