1. Historia de la Frontera 2: Olga


    Fecha: 19/02/2020, Categorías: Confesiones Autor: Tonyzena67, Fuente: CuentoRelatos

    Cuando uno tiene 18 años y mira a una mujer de 35, uno mira a una mujer de respeto, pero cuando uno tiene 48 y mira a la misma mujer, parece ser una chica joven, todas a esa edad parecen ser jóvenes. Aquella fue mi primera impresión cuando conocía Olga, una mujer de aproximadamente esa edad y yo apenas acababa de cumplir los 18.
    
    Como lo he relatado en otros escritos, para aquellos años mi madre trabajaba para organizaciones que ayudaban al inmigrante y muchas veces mi hermana y yo la asistíamos en muchas cosas, al punto que ya estábamos familiarizados con el protocolo y la burocracia de los centros de detención de migración. Aquella vez, fui solo a petición de mi madre, a uno de estos centros por alguien que recobraba la libertad y pelearía desde afuera su petición de asilo político: Ahífue que conocía Olga.
    
    La había visto en algunas ocasiones, y siempre me llamóla atención. Cabello rubio, tez clara, ojos color esmeralda, siempre vestida como una profesional con pantalones y chaleco ejecutivo, otras veces con sus faldas y blusas muy bien ajustadas a su esbelto cuerpo, con un léxico exquisito, y con un sensual perfume dulce que me abría la inspiración e imaginación de tantas cosas. Aquella vez estábamos en el pabellón de espera, el cual estácompletamente abierto en su alrededor y hacía un frio cruel para ese mes de noviembre y por experiencias anteriores, siempre me he llevado una cobija que este día compartía con una muchacha de aproximadamente 20 o 22 años quien ...
    ... también esperaba a algún familiar. Sentíque esta muchacha me coqueteaba y de hecho debajo de la cobija ya nos habíamos tomado las manos, me había masajeado la entrepierna y yo había hecho lo mismo e incluso lleguéa acariciar sus pechos. Me decepcionécuando por el altavoz pronunciaron el nombre de su familiar y se tuvo que ir, dejándome con solo su número de teléfono.
    
    Olga, quien estaba en la banca de enfrente tomo la vertical y se acercóa mícon una sonrisa y me pidiósi podía compartir la cobija con ella. Con mucho gusto le hice espacio en la banca y se acomodócubriéndose al punto que subiósus pies a la banca. Su primera expresión fue de satisfacción, pues realmente la cobija mitigaba grandemente el frio:¡Que rico! -dijo. Y después de presentarnos comenzóa hacerme plática:
    
    —¿Esperando a algún familiar?
    
    —¡No!–y le explico que voy en nombre de una organización.
    
    —¡Fabuloso lo que haces! Debes de ser muy maduro para tu edad…¿Quéedad tienes?
    
    —Dieciocho. -le contesté.
    
    —¿Estás en la preparatoria?
    
    —¡No! Acabo de comenzar mi primer semestre en la universidad.
    
    —¡Fantástico!¿Tienes novia?
    
    —No por el momento.
    
    —Un chico tan apuesto como tú, con esa pinta que tienes, no puede estar sin una novia.
    
    —¡Pues ese es mi caso!
    
    —¡Mira que suerte tengo! Yo en busca de novio y tu un muchacho muy guapo y que increíblemente estádisponible. -Me lo dijo riendo.
    
    —¿No eres casada? -le he preguntado, quizápor el nerviosismo.
    
    —Mira, para suerte tuya sí, pero mi esposo no es ...
«1234...»