El Viejo Intruso
Fecha: 25/02/2020,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Duncan58, Fuente: SexoSinTabues
... de las nalgas de Ana con el dedo de Ramón metido en su culo. Desaparecieron de su vista. Faltarían unos 40 kilómetros para otro entronque que los llevaría al rancho y era la última oportunidad de comprar algo en la tiendita. 25 o 30 km. más al norte estaba su destino, a la derecha. Ana y Ramón decidieron detenerse a comprar más agua embotellada. Bajaron de la camioneta y mientras se encontraban dentro de la tienda, vieron con aterrorizante sorpresa que el camión que se acercaba, deteniéndose también en la tienda. Ramón pidió el baño para lavarse su dedo. Ana se puso roja. Alcanzó aliviada a ver que las placas eran de otro estado, así que, en el peor de los casos, su reputación no quedaría tan manchada. Los camioneros la devoraron con la vista en cuanto entraron. Ellos sabían que ella sabía que la habían visto desde dos ángulos. El problema era que la señora que atendía la pequeña tienda si conocía a Ana y Eduardo ya que siempre llegaban, y de alguna manera quería asegurarse que los camioneros no conversaran frente o con ella lo que acababan de ver. Ana saludó a Doña Panchita, y sin que le preguntara, explicó que iba al rancho a hacer unas reparaciones. Mientras los camioneros estaban detrás, le presentó a Ramón como su compadre y encargado de realizar las reparaciones, mientras los dos camioneros gordos y descuidados no la dejaban de ver. La fealdad de los camioneros le dio desconfianza a doña Panchita. Le hizo una seña a Ramón para que se quedara junto a cuando pagaran. ...
... Ramón fue a donde estaba Ana y le comentó la petición de la señora. Ana sintió alivio cuando Ramón se plantó junto a doña Panchita. Ramón veía y escuchaba como los dos gorilitas miraban a Ana, resaltando cuán buena y hermosa estaba, que no podía ser esposa o novia de “ese cabrón”, señalando al albañil, que seguramente nomás se la estaba culeando, que algo ha de tener, etc. Uno de ellos lo miró, le sonrió como diciéndole “suertudote”, Ramón correspondió con una leve sonrisa. El camionero levantó discretamente su dedo pulgar en señal de victoria, y Ramón hizo lo propio levantando el suyo. Salieron los camioneros finalmente, Ana caminó hasta la caja. Doña Panchita les explicó que estaba completamente sola y le daba miedo. En eso estaban, cuando llegó Don Raymundo, su esposo, y finalmente la pareja de amantes se despidió. Prosiguieron su camino. , pero Ramón no aguantó las ganas de contarle a Ana sobre la plática de los camioneros. - Ahora sí, cuéntame-, dijo ella finalmente. - Pues resulta que estos cabrones -, empezó Ramón, -no hicieron otra cosa más que verte y decir lo buena y chula que estás, que qué buena has de haber sido para mamar verga, que no era posible que tú y yo, que nomás te estaba culeando, que mira su boquita y su culito, ya, sabes, nada que no fuera cierto”-, relató el albañil. Ana sonreía y la excitaba pensar que unos perfectos desconocidos la hubieran visto en tan comprometedoras poses. - ¿Y tú que dijiste?, preguntó Ana, sonriéndole - ¿Qué querías que dijera? – ...