40 grados bajo las sábanas
Fecha: 25/02/2020,
Categorías:
Hetero
Autor: Horny, Fuente: CuentoRelatos
... describirlo salvo diciendo que casi siempre vamos conjuntados en todo. Iniciamos el consabido, inevitable y delicioso movimiento circular de nuestras caderas, despacio, con algo menos de desenfreno que unos momentos antes y que la noche anterior pues nuestros cuerpos comenzaban a conocerse, a aprender cual era el ritmo más placentero y adecuado para ambos.
Su pelvis rozaba mi clítoris en cada pasada, apenas podía creer lo que estaba sintiendo, minutos después estaba a punto de un nuevo orgasmo, tenía al hombre más maravilloso del mundo debajo de mí y todo un fin de semana para disfrutarlo. Todo ese placer se juntó en un nuevo delicioso y estruendoso orgasmo que me hizo gritar y apretarme aún más a su cuerpo. El verme dar rienda suelta a mi placer sin ningún tipo de inhibición le encantaba a él, no podía resistirlo, segundos después me inundó de nuevo con su calor.
Caí exhausta sobre su pecho, respirando con dificultad, sudorosa y satisfecha, escuchando el agitado palpitar de su corazón. Me tumbé a su lado y dormimos un par de horas. Yo estaba especialmente cansada, desvelada, aunque con una placidez que no sentía hacía mucho tiempo. Entre sueños sentía sus caricias por mi cabello, cuello y espalda.
Nos levantamos hacia mitad de la tarde y decidimos salir un rato, para comer algo pues ni siquiera habíamos desayunado y para disfrutar del paisaje, no todo podía ser sexo, había que guardar las apariencias…. El resto de la tarde practicamos algo de pesca deportiva y ...
... senderismo, observamos las aves protegidas tomando fotografías, como recuerdo de ese día que hasta ahora había sido perfecto. No podían faltar las excursiones culturales (Románico Rural, Arquitectura Negra y Arqueología) ni los besos y abrazos cada diez metros que no hacían más que encendernos como un par de fosforitos.
Tratamos de disimularlo, pero ambos deseábamos regresar a la casita, nuestras miradas nerviosas de reojo nos delataban. Como tontos temíamos que el otro pensara que solo queríamos sexo y en gran parte era así pues el sexo es la máxima expresión del amor, no había nada malo en desearnos como lo hacíamos. Deseaba cuidarlo y protegerlo y sentirme acunada entre sus brazos.
Regresamos después de la cena y nos metimos desnudos bajo las sábanas como la cosa más natural del mundo, como si lleváramos años compartiendo esa habitación. Una de sus manos se apoderó de nuevo de mis nalgas y uno de sus dedos tanteo suavemente mi ano. En silencio me estaba haciendo una pregunta y yo solo debía responder. Quería penetrarme analmente y yo también lo deseaba, aunque con un poco de temor.
Me acosté boca bajo sobre un par de almohadas pues las rodillas me temblaban como para sostenerme en cuatro. El por su parte se acostó encima de mí y pegó su pecho a mi espalda. Mi respiración estaba muy agitada y ambas manos se aferraban a las sábanas como si esperara una tanda de azotes.
―Tranquila princesa – me dijo tratando de calmarme – lo haremos muy lenta y suavemente, si algo te ...