El juego del dado Parte 3: Primeros pasos
Fecha: 21/09/2017,
Categorías:
Confesiones
Autor: naniano, Fuente: RelatosEróticos
... cenar. Cuál fue mi sorpresa cuando mi hermano me dijo, estando todavía en el garaje:
-Después seguimos, que me han entrado muchas ganas de hacer de todo-
Si no morí atragantado aquella noche fue de milagro, tales eran mis ganas de regresar al garaje y volver a donde nos habíamos quedado y comprobar hasta dónde estaba dispuesto a llegar mi hermano. Pero un nuevo varapalo me estaba esperando aquella noche. Vi cumplido lo de volver al garaje pero lo cierto es que mi hermano más que cachondo como me había confesado que estaba al ir a cenar, al volver parecía más aburrido que otra cosa. Cada postura que yo le proponía él se mostraba reacio y finalmente terminamos discutiendo y enfadados. Como ya he dicho antes, esto era normal, no tanto lo de cortar el polvo antes de terminar como lo de negarse a jugar antes de empezar, pero sí que alguna vez tuve que joderme y pajearme yo solito al estilo manual de toda la vida. Siempre nos hemos entendido bien pero durante aquellos años nos enfadábamos a menudo y por tonterías.
Con esta otra anécdota regresamos a mi casa, de nuevo al salón, pero esta vez un domingo y de día. De nuevo estábamos solos en casa, mis padres se habían ido al campo, y teníamos un rato para dar rienda suelta a nuestro libidinoso secreto. Mi hermano se iba a duchar y por aquella época yo sentía una atracción enorme hacia su piel recién lavada. Me gustaba ya de por sí pero el efecto del jabón sobre su piel me provocaba una excitación fuera de lo normal. Siempre ...
... que habíamos “jugado” después de que se hubiera duchado era una auténtica locura. También me sucedía lo mismo cuando me duchaba yo. Le planteé lo de jugar en cuanto salió del agua, añadiendo además que si no le apetecería quedarse conmigo en lugar de irse con mis padres una vez que volvieran del campo. Mis padres siempre salían a tomar algo los domingos por la tarde. Cuando salió del baño me dijo muy animado que podíamos tirarnos toda la tarde dándole al asunto. No puse objeciones y nos fuimos al sofá. Lo recuerdo con un albornoz puesto, o quizás una toalla, fuera lo que fuera lo hizo por petición mía. Insisto en lo mucho que me gustaba darle por detrás. Cuánto más cuando su piel tenía la suavidad del jabón aún impregnada. Me ponía malísimo. Supongo que aquel día mi polla estaba disfrutando de lo lindo y me goteaba de gusto. Lo recuerdo sobre mí, cabalgándome, sin haberse desprendido de lo que llevara puesto, sintiendo su piel desnuda pegada a la mía, lo terso de su cuerpo frotándome la polla. Aquello me entusiasmaba. Aunque no lo haya dicho exactamente, es lógico pensar que si él nunca jamás me había hecho nada que no quisiera y a lo máximo que llegaba era algún meneo de vez en cuando, lo de pajearme hasta el final fue una mera ocasión especial, un tema peliagudo como eran las mamadas no entraban dentro de su diccionario, ni del mío. Digo esto para sembrar antecedentes y porque durante aquel polvo se abrió una nueva puerta de placer para mí. Quiero pensar que también para él. ...