El regalo de mi profesor. - Relatos Eróticos

El regalo de mi profesor.

... delicioso"-me dijo Gabriel. Sigue penetrandome y finalmente terminó. Sentí su semen inundarme, por un lado quería que siguiera, por el otro está aliviado de que hubiera terminado ya. Pero no estaba en sus planes terminar pronto. Me volteo, acomodó mis piernas en sus hombros y volvió a penetrarme. Está vez más duro que la vez anterior. La diferencia era que en esta posición me podía ver a la cara. Fue la primera vez que Gabriel causó excitacion en mi, era un animal, me cogía como un animal, lo hacía muy rápido y, en momentos, paraba solo para besarme. Por segunda vez, terminó en mi, sentí su semilla deslizándose por mis nalgas. Pero nuevamente, no fue el final. Gabriel me puso en cuatro y de nuevo entró en mi. Solo que esta ocasión me fascinó. Mis gemidos lo excitaron al doble y, por ende, su desempeño se incrementó, dolía y mucho, pero también me gustaba. Gabriel no paraba de decir cosas como "Que rico estás", "¿Quién es tu dueño ahora?" o "El más rico que he tenido". Gabriel terminó. Volvió a llenarme y esta vez salió por completo de mi. Me di la ...

... vuelta y lo vi de pie, parecía avergonzado, y pude ver porqué. Su pene tenía sangre, mi sangre, y me pareció ver culpa en él. -"Perdóname, por favor"- dijo Gabriel comenzando a llorar. -"No tengo que perdonarte nada, me gusto mucho"- no le mentí, al principio lo odie, pero la última penetración fue sumamente deliciosa. Para demostrarle que decía la verdad, me acerqué a él, le di vuelta y lo penetre. Así perdí todo con mi profesor, mi virginidad y castidad. Mientras me cogía a Gabriel, el gemía casi igual que cuando él me penetro a mi. Yo, por otro lado, me sentía muy diferente, penetrarlo fue sumamente delicioso, me sentí muy hombre al hacerlo y, cuando termine dentro de él, le dije al oído "Gracias, por todo". Salí de él y me vestí. Gabriel y yo nos despedimos pues sabíamos que era la última vez que nos veríamos. Lo había disfrutado, si, pero estaba decepcionado por haber perdido la virginidad de este modo. Al día siguiente fue mi graduación, se supondría que todos los docentes estuvieran presentes, pero Gabriel no estaba entre ellos. Nunca volví a verlo.