1. Solo en casa


    Fecha: 17/03/2020, Categorías: Incesto Autor: cesarvonline, Fuente: CuentoRelatos

    ... un poco de suerte, su habitación sería el lugar donde se consumaría el acto, y yo sería un invitado de lujo.
    
    También me di cuenta que, con las prisas, llevaba, en la mano una de sus braguitas blancas.
    
    Inspiré profundamente para captar la esencia más prohibida de mi hermana, y empecé a masturbarme con ahínco. Sin duda era la situación más erótica en la que jamás me había encontrado. Pero reaccioné y bajé el ritmo, había que reservar fuerzas, porque la batalla que ahí se iba a librar, podía pasar a los "anales" de la historia.
    
    El armario era de lamas horizontales, lo que permitía que desde mi escondite pudiera ver la estancia.
    
    Vi a mi hermana desnudarse y quedarse en ropa interior. Tenía una figura preciosa. Su piel morena, contrastaba fuertemente con la ropa interior blanca que llevaba. Se dirigió al lavabo y trajo una toalla, jabón y una cuchilla de afeitar. Tendió la toalla encima de la colcha y se sentó encima. Querría al igual que la primera vez que se masturbó estar limpia para un acontecimiento de tal envergadura, pero para verga dura la que a mí se me estaba poniendo. Tenía a mi hermana allí delante mío abierta de patas, afeitándose su conejito. Lo dejó totalmente rasurado, cosa que a mí me encantó. En ese momento, para mí, mi hermana era una diosa, una santa, una abanderada de la higiene, una chica sin un pelo de tonta.
    
    Fue otra vez al lavabo a guardar su guillotina personal. Volvió y se dirigió a su mesita, abrió el segundo cajón y sacó su traje de ...
    ... faena. Se enfundó unas medias de licra negras hasta la altura de medio muslo, se puso un tanga del mismo color que realzaba sus dos preciosas y bien formadas nalgas. Un sostén a juego recogía sus pechos, aunque menudos, preciosos y dulces, con unos pezoncitos respingones realmente deseables.
    
    Yo estaba a cien, me la estaba cascando a placer, pero entonces me di cuenta que quizás ella necesitaría alguna prenda del armario, y entonces me puse las bragas que llevaba de mi hermana. Me iban terriblemente ajustadas, y a duras penas podían contener mi caballo desbocado.
    
    Fue entonces cuando abrió el armario, fue una situación violenta porque los dos íbamos en ropa interior. SU ropa interior. Me hizo salir del armario. Observó lo ridículo que estaba. Yo tapaba mi entrepierna, pero lejos de bajar la erección, se hizo más intensa, nunca había tenido la polla tan grande, tan salida, tan viciosa.
    
    Mi hermana me dijo que qué escondía entre las manos, qué si escondía alguna otra prenda suya. Yo le dije que no, y me dijo que le enseñara las manos. Yo me negué y ella insistió. Pero luego, abrí las manos y le mostré que no escondía nada en las manos, que sólo intentaba ocultar mi erección. Esa erección culpa del deseo que sentía por ella. Quería que viera lo capacitado que estaba su hermano, que viera el gran asunto que llevaba entre manos. Que viera que era un hombre bien dotado, capaz de hacerla gozar mil veces más que el mierda que se iba a follar ese culito para mí tan querido.
    
    Ella ...