1. Juerga en el bar


    Fecha: 06/04/2020, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... la risa. “Cuidado, que llueve fuera” o “eso ha sido el yogur, que se le ha derramado un poco”, decían. El marido no sabía dónde meterse. Probablemente todo el bar se había enterado de que su mujer se la había chupado a un chaval universitario en los baños, delante de sus narices. Y para redondear la situación, no se me ocurre otra cosa que sacarme del bolsillo las bragas de la tía, haciéndolas girar en el aire, como un ventilador.
    
    —¡Eh colega, que tienes calor! Deja que te abanique un poco… —dije, dirigiéndome al marido, echándole aire con las bragas de su mujer.
    
    Incapaz de soportar más humillación, el tío se salió del bar medio corriendo. La mujer fue detrás de él.
    
    —Joder tío, te has pasado…
    
    Yo y mis colegas nos quedamos partiéndonos el culo. Sé lo que estáis pensando. Es verdad que éramos un poco gilipollas, pero yo qué sé. Éramos jóvenes, estábamos borrachos, y la mujer del pitufillo ese me la acababa de comer. Teniendo todo eso en cuenta, los límites están un poco borrosos.
    
    Vale…, reconozco que sí nos sentimos un poco mal.
    
    Para ver si arreglábamos la situación, uno de mis colegas fue a pagar a la barra lo nuestro y lo de ellos y yo y el otro nos salimos fuera a ver cómo estaba la parejita. Nos los encontramos a pocos metros de la entrada. El hombre se había derrumbado en un rebate y la mujer estaba a su lado, de cuclillas, intentando consolarlo. Mi amigo y yo nos ...
    ... acercamos. Vaya cortada de rollo, la verdad.
    
    —Eh tío, ¿estás bien? —dije yo. Él no me respondió, solo seguía sollozando y mirando al suelo.
    
    —Tío, es que te has pasado —me dijo la mujer—. Esas cosas no las hagáis en público, joder…
    
    —Es verdad —concedí yo—. Me he pasado. ¿Me perdonas, colega?
    
    El tío asintió levemente, pero seguía sin mirarme.
    
    —Mi colega está dentro, os invitamos a todo lo que hayáis tomado —dije yo, intentando solucionarlo.
    
    Nadie dijo nada, fue un silencio un poco incómodo.
    
    —¿Queréis venir a casa, chicos? —nos propuso de pronto la tía— Y nos tomamos la última, a ver si se le pasa el disgusto aquí al amigo.
    
    Yo y mi amigo nos quedamos extrañados.
    
    —¿Cómo que ir a tu casa?
    
    La tía asintió.
    
    —¿Tú crees que le iba a hacer esto a mi marido así sin más? Fue idea de él lo de acercarnos a vosotros y lo... lo del baño y todo. Lo que pasa es que te has pasado. Para compensarlo… Bueno, vais a tener que dar un buen espectáculo los tres en nuestra casa.
    
    Mi colega y yo nos quedamos flipando. En ese momento llegó el tercero de mi pandilla.
    
    —Ey tíos, ¿qué pasa, cómo vais por aquí?
    
    Mi colega y yo nos quedamos callados, sin saber qué decir. Que cómo íbamos, dice.
    
    —Te contamos por el camino, anda… —dije yo. Y los cinco nos fuimos juntos al piso de la parejita. Esa es una historia que merece su relato aparte, así que a vosotros os lo contaré en otra ocasión. 
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