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Mosquita muerta
Fecha: 07/04/2020, Categorías: Gays Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... la llegada del aburrimiento, pues las acciones acaban siendo reiterativas. Cada vez me sentía más cómodo en mi nueva situación, ordenando y siendo obedecido, además de permitirme tener sexo cada vez que me apetecía, como me apetecía, donde me apetecía, sin necesidad de salir a buscarlo. Por lo que tuve claro que no podía dejarlo caer en el hastío, pues María era el 50% y participaba del juego voluntariamente. Entré en chats de dominación, leí relatos, me informé, pero cada persona es un mundo y hasta ese momento guiarme por mi intuición me había funcionado, así que mantuve la relación conduciendo por la misma carretera. María parecía una sumisa de manual. Lo que más la excitaba era obedecer, necesitada de encontrase en situaciones levemente embarazosas y recibía los castigos complacida. Siguiendo esta fórmula, llegaba a orgasmos intensísimos. O así había sido, pues últimamente la notaba menos intensa. Tenía que darle otra vuelta de tuerca. Era miércoles, yo no había ido a la oficina, ya que había tenido visitas fuera de la ciudad, pero en casa, por la mañana pues había venido a despertarme, le había dado las instrucciones precisas. Ya eran casi las 8 cuando llegué al punto de encuentro, una esquina de un parque muy concurrido en un barrio de muy bajo nivel. Como esperaba, vestida con una blusa ceñida y una falda de piel negra más corta de lo que últimamente era habitual, parecía una puta en pleno escaparate. Que no llevara ropa interior, sobre todo por lo ...
... que al torso se refiere, aún la hacía más apetecible, a la par que descarada. Subió en el coche rapidísimamente, nerviosa y muy sofocada, mirándome ansiosa esperando instrucciones. Pero no arranqué. -¿Cuántos te han preguntado cuánto cobrabas? –Siete. -¿Y qué les has dicho? -Lo que me has ordenado. No puedo hacerlo hasta que llegue mi chulo. -¿Y qué contestaban? -Intentaban convencerme. Uno me ha ofrecido 100€. -¿Nada más? ¿Ninguno te ha metido mano? -Tres. Dos el culo y uno las tetas. -¿Se han dado cuenta que no llevas bragas? Negó, respirando cada vez más profundamente. Como cada vez que subía al coche, se había desabrochado un par de botones de la blusa para que yo pudiera verle las tetas, ni que fuera lateralmente, y se había abierto de piernas mostrándome su rasurado pubis. Alargué la mano y se lo acaricié. Suspiró profundamente, mientras mis dedos chapoteaban en aquel marasmo. Con la otra mano tomé uno de sus pechos preguntándole si estaba muy excitada. Asintió con un leve movimiento de cabeza, pero su respiración y el charco que tenía por vagina lo confirmaban. La masturbé un rato, mal aparcados en aquella esquina, mientras la avisaba que los siete clientes potenciales que había desestimado la estaban mirando, mirando atentamente como tu chulo te calma las ansias. Jadeaba con fuerza, con los ojos cerrados, su cuerpo se movía buscando una mayor fricción en labios y pezones, hasta que me pidió permiso para correrse. Me detuve ...