1. El secreto de Rita Culazzo (segunda parte)


    Fecha: 17/04/2020, Categorías: No Consentido Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos

    ... las mentiras de esos dos bribones, sino que también iba a tener que hospedarlos en mi habitación.
    
    Llegaron en el anochecer de un viernes. Traían en sus escasos equipajes algunos regalos: una botella de Dragon Berry –sabían que a mi madre le gustaba, pues había bebido en buenas cantidades en el cumpleaños del abuelo– y unas fútiles chucherías que había enviado mi tía. Con fingido beneplácito, les di la bienvenida a mi dormitorio y les hice saber que estaban en su casa.
    
    Se puede decir que mamá y papá dedicaron todo el fin de semana a agasajar a sus sobrinos. El sábado estuvo destinado a los paseos por la ciudad. Papá resultó ser un magnífico guía turístico. Con mucha paciencia les explicó a los jóvenes los tediosos detalles de la arquitectura del Barrio Viejo, sin sospechar que ellos sólo estaban interesados en la soberbia arquitectura del cuerpazo de mi madre. La inspeccionaban de arriba abajo en cada disimulada oportunidad que tenían.
    
    Ella llevaba puesto un vestidito claro de fresca sensualidad, con una falda apenas por encima de las rodillas. Aunque era suelto, las tetas y el culo de mi vieja abultaban la tela de forma bastante evidente, como ocurría siempre, cualquiera fuera el vestuario elegido.
    
    La intensa jornada culminó con una cena en un coqueto restaurante. Y fue luego, al regresar a casa, que comenzaría lo realmente interesante. Yo llegué exhausto y me dormí rápido; pero en algún momento de la madrugada un cuchicheo me despertó. Enseguida identifiqué la ...
    ... voz de Daniel que le hablaba a su hermano por lo bajo:
    
    –¿Está dormido? –le preguntó.
    
    –Julio… Julio… –me dijo Lautaro con una especie de grito susurrante.
    
    Intuí alguna trama sórdida, así que no respondí; incluso ensayé algunos leves ronquidos.
    
    –Está dormido –aseguró el menor de mis primos.
    
    –Voy primero –dijo Daniel.
    
    Acto seguido, se levantó despacio y salió de la habitación a paso sigiloso. Sospeché que –como yo mismo había hecho muchas veces– se dirigía a la habitación matrimonial con el fin de espiar a mi madre. “Menuda decepción se va a llevar, ¿o acaso cree que le va a ser tan fácil cómo en la casa de los abuelos?”, pensé mientras recordaba mis fallidas peripecias intentando deleitar mi vista con la carne de mi vieja.
    
    Pasaron unos veinte minutos antes de que el cachondo joven regresara; estaba visiblemente excitado:
    
    –¡Qué orto que tiene la hija de puta! –exclamó tratando de contener el volumen de su emoción.
    
    –¡Me toca! ¡Me toca! –dijo el ansioso Lautaro mientras se levantaba corriendo y agarrándose la pija.
    
    ¿Realmente habría conseguido ver algo de la piel de mi madre? ¿Había tenido el éxito que me había resultado tan esquivo? No podía ser…
    
    Lautaro tardó menos: unos diez minutos cuando mucho. Al verlo de vuelta, su hermano le preguntó con ansias:
    
    –¿Y…?
    
    –¡Uff… qué paja que me hice! Cómo le gusta mostrar el orto a la puta.
    
    –¡Tremenda! Al menos debería cerrar la puerta si va a dormir con una tanga tan metida en el culo, y más habiendo ...
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