1. Mis vecinos mirones


    Fecha: 18/04/2020, Categorías: Confesiones Autor: Margaryt, Fuente: CuentoRelatos

    ... hermanas y les dije:
    
    —Chicas veo que os gusta verme masturbarme, ¿os gustan las chicas?, que bien.
    
    El chico se sintió incómodo al decirles yo eso a sus hermanas y se metió en el interior también.
    
    Me puse de rodillas en el suelo con mi culo apuntando a las tres chicas y me metí en mi coño el juguete de goma del perro, con forma de zanahoria. Me sentía muy puta y muy bien, nunca habría imaginado que haría semejante exhibición, ¡en mi casa además!, cuando mi familia no sabe, ni que escribo, ni que he tenido tantas experiencias sexuales. Pero quería despedirme "a lo grande" de la que había sido mi casa durante años.
    
    Me saqué el juguete de la vagina y me puse de pie, al darme la vuelta vi que de las tres hermanas solo quedaba la de diecinueve años. La jovencita estaba acariciándose el chocho, sutilmente, sobre su falda mientras me miraba. Le hice señas con la mano de que viniera a mi casa, y le tiré dos besos.
    
    Entró en su piso cerrando el balcón. Yo creí que se había sentido avergonzada; pero no... A los cinco minutos sonó el timbre de la puerta, mire por la mirilla y allí estaba la morenita. Abrí la puerta como estaba, desnuda, ella entró en silencio y le dije:
    
    —He visto que te tocabas y he deseado tocarte yo, ¿me dejas? —me ...
    ... respondió:
    
    —Vecina, nunca me he acostado con otra chica, pero después de verte hacer "esas cosas" quiero probar, contigo.
    
    Se desnudó, acaricié su coño de vello espeso. La llevé a mi habitación, nos lavamos las dos "los bajos" en el bidé, le comí el coño unos minutos, luego me tumbé abriendo mucho las piernas y, la morenita, ¡me hizo una comida de coño!, sobre mi cama, ¡qué barbaridad!, tan bien lo hizo que me corrió tres veces, que zorrita más rica. Su boca absorbía mi gran bollo como si se lo fuera a comer, ¡me miró y me clavó los dientes en el borde exterior de mi coño! Luego jugueteó con su lengua haciendo sonidos en el centro de mi coño, como si "hiciera cantar" a mi sexo.
    
    Salió de mi casa dándome las gracias, yo le di un buen azote en el culo y le "lance" un beso.
    
    El otro día nos dijo mi papa:
    
    —Ya no se asoman los vecinos pesados, ¡si llego a saber que se cansarían de mirarnos!, no habría vendido la casa.
    
    No se cansaron, solo es que le dije a la jovencita que si me quería comerme el coño más veces tenía que conseguir que su familia no se asomara a los balcones. No sé qué le dijo a su familia, o si les hablo de "nuestro encuentro", pero desde ese día los balcones de los vecinos están todo el día, ¡cerrados a cal y canto!
    
    (C) {Margaryt} 
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