Nuestra soledad nos traiciona (1ª parte)
Fecha: 19/04/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: stukka15, Fuente: CuentoRelatos
... requería ahora de tratamientos más severos. Sandra estaba de planta junto a mamá y yo regresaba una vez por mes. Apenas y hablábamos de algo que no fuera sobre la salud de mamá y la preocupación de mi padre, era obvio que ahora ellos nos necesitaban.
Al cumplir Sandra 9 meses de enfermera, regrese y le rendí un informe del estado de la empresa, era bueno pero apenas alcanzaba sus expectativas, era claro que el negocio la requería también. Después de analizar y tomar algunas decisiones de socios, descansamos un momento y le pregunte como estaba ella, como se sentía de nuevo en casa, si visitaba a sus amigas o si aprovechaba su tiempo libre. Me miró y sonrió.
― Necesito descansar, volver a casa y tirarme en la pereza por días.
Entendí que estaba agotada y necesitaba distraerse de la rutina médica de mamá o también enfermaría. Por la tarde, la secuestre y fuimos a cenar a un viejo restaurante al que acudimos algunas veces con mis padres cuando éramos pequeños.
Cenamos sin prisa y remembramos aquellos lejanos días. El lugar apenas había cambiado un poco su decoración, pero los platillos y la atención seguían siendo excelentes, no en balde seguía siendo un sitio muy concurrido.
― Una semana después, me encontraba ya en mi casa, luchaba con el control para encontrar algún programa cautivante en el cable, cuando de pronto, escuche llegar a un taxi y para mi sorpresa, Sandra bajó de él con un par de enormes maletas. Salí a recibirla, pague el taxi y cargue sus maletas ...
... con rumbo a su habitación.
― Vaya sorpresa, ¿cómo sigue mamá?
― Estable, su cáncer se detuvo con la quimioterapia.
― Son buenas noticias.
― Sí, me permiten regresar un tiempo a poner en orden los libros y la casa.
― Te extrañe.
― Yo también.
Nuestra rutina de trabajo poco a poco se normalizó. Puso en orden los asuntos de la casa, no sin antes reprenderme por mi descuido y volvió a la administración detallada de nuestra empresa.
Mientras ella parecía haber olvidado aquel bello momento de intimidad y confianza entre nosotros, yo no hacía otra cosa que darle vueltas y vueltas en mi cabeza sin llegar a nada. Días después decidí olvidarlo pensando que no ocurriría más, la cordura había regresado. Triste me refugie en mis viejos hábitos y comencé a pasar más tiempo solo, reparando cosas, ordenando otras, siempre sin descuidar nuestra relación de hermanos en el trabajo y la casa.
Un sábado por la noche, mientras revisábamos algunos detalles de los negocios, notamos que estábamos solos en la oficina, todos se habían marchado e incluso habían ya apagado algunas luces por lo que decidimos irnos y continuar el lunes siguiente. Mientras organizaba los documentos para guardarlos, Sandra se sentó frente al escritorio y después de un breve silencio me sorprendió.
― Piensas que lo que hicimos fue… malo.
― Te refieres a…
― Sí cuando nos cortamos el vello.
― No lo sé, no lo vi desde ese punto de vista.
― Entonces como lo viste.
― Como una locura que ...