De cómo me convirtieron en una putita (2)
Fecha: 20/04/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
Lo escuché jadear mientras trepaba a la cama y se arrodillaba frente a mí, con su pene a pocos centímetros de mi cara.
-Abrí la boca, nene. –y yo la abrí imaginando, a pesar de mi inexperiencia absoluta en material sexual, que él me lo iba a meter en la boca y yo tendría que chupársela o algo parecido. Se la chupé y eso me excitó mucho. Me gustó sentir ese pene duro en mi boca y chuparlo hasta que don Natalio me dijo: -Basta. –y lo sacó para después ordenarme que abriera el cajón de la mesita de noche y que tomara un pequeño pote.
-Es vaselina, nene. Untame la pija con eso. –y mi emoción ardiente al tomar su pene y empezar a ponerle la vaselina me resulta imposible de describir.
-Ahora te la voy a meter en el culo. –me advirtió y sin más se fue desplazando con las rodillas hasta ubicarse entre mis rodillas, que me había ordenado separar.
Don Natalio no es muy delicado que digamos para cogerme. Apoya el glande en la entrada de mi culo, presiona un poco y en cuando entra la cabeza del pene empuja con las caderas y me lo entierra todo de un solo envión. Eso fue lo que hizo aquella primera vez y yo grité de dolor, pero el dolor se fue enseguida y empecé a gozar intensamente con esa cosa dura que iba y venía por dentro de mi colita.
No sé cuánto tiempo pasó, porque yo estaba como en éxtasis de tanto placer, pero de pronto sentí varios chorros calientes que me inundaron el culo y don Natalio cayó encima de mí jadeando como una bestia mientras yo ardía de ganas de ...
... masturbarme. Le pedí permiso para hacerlo: -Sí, nene, andá al baño y mastúrbate. Después te vestís y te vas.
-Gracias, don Natalio… -Y corrí al baño, me senté en el inodoro mirando hacia la pared y descargué toda mi tremenda calentura en varios chorros de semen, dos de los cuales aterrizaron en mi muslo izquierdo. Entonces, siguiendo un impulso, los recogí con mi dedo índice, me metí ese dedo en la boca y lo chupé con avidez para beber esos restos de mi propia leche mientras pensaba cómo sería que don Natalio se corriera en mi boca y yo bebiera todo su semen.
Volví al dormitorio, me vestí y esperé con intuición de sumiso que don Natalio, que yacía de espaldas y con los ojos entornados, me diera la orden de irme.
-Abrí el cajón de la mesita de noche. –me dijo y lo hice.
-Agarrá la libreta y la lapicera. ¿Tenés celular?
-Sí, don Natalio…
-Bien, abrí la libreta en la p, escribí perro en un renglón libre y en la otra columna anotame el número de tu móvil, así puedo tenerte bien controlado.
-S… sí, don Natalio… -y escribí con esfuerzo, porque mi mano temblaba de excitación al sentirme un perro, el perro de don Natalio.
Al día siguiente estaba yo en el colegio cuando mi celular sonó durante uno de los recreos. Era él: -¿Dónde estás, nene?
-En el colegio, don Natalio…
-¿A qué hora salìs?
-A las doce, don Natalio…
-Bueno, a las cuatro te venís a casa que vamos a hacer una compra.
-¿U… una compra?...
-¿Qué pasa, nene? ¿Quedaste sordo de la cogida ...