De cómo me convirtieron en una putita (2)
Fecha: 20/04/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... que te di ayer?
-No… no… perdón, don Natalio… A… a las cuatro estaré en su casa. –dije intrigado por lo de la compra y él cortó sin despedirse.
Después no pude dejar de pensar en esa compra que íbamos a hacer. Almorcé solo, como siempre de lunes a viernes porque mamá y papá trabajaban y mamá me dejaba preparada la comida que yo debía calentar.
Miraba el reloj obsesivamente de manera casi continua, con la ansiedad de develar el misterio hasta que por fin llegaron las cuatro y fui poco menos que corriendo al encuentro de don Natalio. Me estampó un beso en la boca y por el pasillo hacia la puerta se lo pasó palmeándome las nalgas.
-Qué bien te queda este pantalón tan ajustadito, nene. –me elogió refiriéndose al jean color arena que yo llevaba esa tarde y efectivamente es muy ceñido y me marca el culo y los muslos.
Una vez en la calle y mientras caminábamos me atreví a preguntarle qué íbamos a comprar.
-Ya te vas a enterar. –dijo con una risita misteriosa que aumentó mi curiosidad y ésta se hizo mayor cuando llegamos a… ¡una veterinaria!
Abrió la puerta del local y tuvo que empujarme para que yo entrara, porque había quedado paralizado por la sorpresa.
El vendedor, un hombre de unos cincuenta años, rodeó el mostrador y vino hacia nosotros con una sonrisa comercial. Era alto, algo gordo y de cabello canoso.
-Buenas tardes. ¿Qué andan buscando?
Yo, después de haber mirado al hombre, tenía la vista clavada en el piso y trataba de adivinar qué de todo ...
... lo que había allí iba a comprar don Natalio y me estremecí cuando dijo: -Quiero ver collares para perros.
“¡Buscaba un collar de perro para mí! Y sí, si soy su perro y a los perros la gente los tiene con collar”… -me dije.
-Ah, bien, señor, ahí están los collares. –y vi al haber alzado un poco la mirada que señalaba un exhibidor sujeto a la pared de la derecha. Y enseguida preguntó: -¿Qué tamaño tiene su perro? –y yo creí morir de vergüenza cuando don Natalio me señaló y dijo: -Es éste… éste es mi perro.
Después hubo un silencio que a mí me pareció interminable mientras una profunda vergüenza me tenía con la barbilla apoyada en el pecho.
-Mmmmhhhh, muy buen ejemplar, amigo… Un perro de raza, lo felicito. –dijo el vendedor.
-Gracias, se ve qué sabe apreciar la calidad de un animal.
-Claro, es mi profesión. Soy doctor en veterinaria. Me encantan los animales y especialmente los perros.
-¿Y este le gusta?
-¡Mucho!
-Me alegró, ¿señor…?
-Álvaro, doctor Álvaro Cifuentes.
.Bien, doctor, yo me llamo Natalio, elegiré un collar y después seguirnos conversando.
Yo había seguido el diálogo coloradísimo de vergüenza pero también muy excitado al presumir –y desear- que el veterinario podría sumarse a don Natalio en esto de usarme sexualmente.
Vi que don Natalio miraba los collares mientras el veterinario no dejaba de mirarme a mí. Por fin don Natalio eligió un collar bastante ancho de cuero negro con tallas de metal plateado y una cadena.
-Llevo ...