Historia del chip 026 - Un trapo demasiado estrecho - Kim 011
Fecha: 08/05/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... junto a él solía tener pequeños ataques de dominación. No estaba segura de que le pasase con nadie más. Por eso, ese tipo de contestaciones. Ninguno de los dos quería romper la estrecha intimidad que tenían, a pesar de que nunca se acercaban entre ellos. Salió a toda prisa hacia el baño.
Se quitó la falda y el top, y antes de colocarse el vestido, se maquilló con cuidado. Sólo cuando se sintió satisfecha se puso el vestido, o mejor dicho, el exiguo trozo de tela enrollado sobre el cuerpo. Y comprobó la diablura de su hermana. El vestido era ahora mucho más estrecho. De hecho, a duras penas cubría el lateral derecho. Sólo unos pequeños residuos se mantenían. Allí tendría que enganchar las cintas metálicas con las pinzas, pero ahora todo el lateral quedaba expuesto sin piedad. Desde la punta del pie hasta el lóbulo derecho, pierna, pecho, cintura, cadera y hombro. Como todo el conjunto quedaba tan ceñido, apenas se atrevía a respirar. Se giró hasta contemplarse desde ese lado en el espejo. Resultaba tan condenadamente sexy que mareaba. Probó algunos movimientos. Un giro rápido. El vestido aguantó. Levantó los brazos deprisa. Una pinza se soltó. La colocó sin dilación. Subió los brazos de nuevo ahora con lentitud. Sin problemas. Levantó la pierna derecha. Notó la tensión en la cinta cerca de la cadera. Paró en seco. Bajó la pierna, se levantó el vestido notando como la nalga quedaba descubierta. Subió la pierna de nuevo. La pinza aguantó.
Estuvo varios minutos probando ...
... hasta encontrar respuestas. No tenía ni idea de cómo iba a sentarse. Era imposible que aguantase tanta tensión. Se agachó para buscar en la bolsa. Notó la rigidez por todas partes. Cada movimiento era una oportunidad para que el vestido se cayese. Tanteó el borde interior y encontró pegada una nota, cuidadosamente doblada.
Querida hermana:
No pude evitar hacer trampas.
Te quiero,
Mary
Kim no pensaba perdonarla tan fácilmente. Lo malo es que ahora no tenía más remedio que adaptarse a las circunstancias. Guardó sus cosas en la bolsa, -incluyendo la nota- y las dejó en un cajón de su mesa de despacho. Y entró en la oficina de Juhani. Era inútil aparentar que no estaba nerviosa, por él, no por Roger. Seguía hablando por teléfono. Al verla entrar, dijo a su interlocutor: “Luego te llamo.”
Se levantó y le cogió la mano. Kim no entendía para qué. Juhani, con extrema cortesía, llevó la mano hacia arriba, extendiéndola y haciendo que todo el lateral derecho de Kim quedase elásticamente exhibido. Kim siguió el brazo de su jefe, mantuvo la respiración y giró sobre si misma. Juhani le obligó a hacerlo tres veces. Lo que más notaba Kim era el balanceo de los cuarzos en sus orejas.
—Quiero hacer fotos para publicarlas en mi web— le dijo en un tono que Kim juraría que era más una orden que una petición. Kim asintió. Bien sabía que cuando Juhani llegaba a ese estado de contemplación era mejor permitirle quedarse ahí. Y no quería que Niahm se enfadase. O el propio Juhani. ...