Historia del chip 026 - Un trapo demasiado estrecho - Kim 011
Fecha: 08/05/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... Quería responder de manera sutil como la atmósfera del despacho. Sólo se le ocurrió una cosa. Se colocó del lado izquierdo, con su lado derecho desnudo expuesto a las miradas de su jefe. Y pronto de la cámara.
Juhani extrajo el aparato del armario superior. Sin mediar palabra, empezó a fotografiar. Sólo estaba encendida la luz de la mesa del despacho así que el flash actuó con cada clic. Kim no estaba acostumbrada. Cerró los ojos involuntariamente. Juhani, sin mostrar contrariedad, cambió de cámara. Ésta última no llevaba flash ni hacía ningún clic. Cuando se cansó, le indicó a Kim que se sentase.
Sin saber cómo ponerse, Kim se agachó con cuidado. La pinza de la cadera se soltó. Ni intentó ponerla de nuevo. La pierna entera aparecía desnuda, desde el pie hasta la cintura. Entonces escuchó el timbre automático de recepción. Se había abierto la puerta de la entrada. Seguro que era Roger. Se levantó deprisa, demasiado deprisa. La pinza de arriba se soltó y el pecho derecho quedó al descubierto. Completamente desnudo. Sin ganas de contemporizar rebuscó la pinza que colgaba y la cinta correspondiente y las conectó. Hizo lo mismo con la de la cadera y salió del despacho. Atravesó el pasillo que llevaba a recepción y recibió a Roger con su sonrisa despampanante y su vestido milagrosamente ajustado. Para que tuviera tiempo de contemplarla a sus anchas, le cogió la mano y levantó la suya. Se giró tres veces hacia ...
... la derecha lentamente. Por último, un dio giro al lado contrario. Una vez más los cuarzos fueron los principales testigos del balanceo.
Se besaron pasionalmente. Kim, sofocada y tratando por todos los medios de respirar lo menos posible por debajo de los pechos, esperando a que terminase de comprobar que realmente era cierto que el vestido no existía en su lado derecho. Dudaba que pudiera viajar así. Le condujo al baño de las damas, y sabiendo que Juhani no entraría allí, soltó las pinzas, agarró el vestido en su mano izquierda y con la derecha fue quitándole los pantalones a Roger. El esperma llegó puntual, en borbotones. Era la segunda naturaleza de los dos. Un derecho para él, una obligación para ella. Roger no se quedó más tiempo en su boca. Manoseó los pechos desnudos.
—Es un vestido precioso, como has podido comprobar—dijo Roger, refiriéndose al esperma. Kim no le hizo esperar, se tragó el esperma, se lavó bien la boca, revisó el maquillaje y se colocó el vestido ante su atenta mirada, notándole intrigado por la levísima sujeción que proveía las pinzas. Dio un último giro como pase y se colocó a su lado, a su izquierda. Roger rectificó su posición.
—Puede que toquemos inadvertidamente una de estas cintas estratégicamente colocadas y consigamos una exhibición indeseada— señaló antes de ofrecerle el otro brazo. Kim se colocó a la derecha de Roger mientras su lado descubierto se mostraba al mundo.