1. Alex, 18 años, casi Alexia de tan lindo (8)


    Fecha: 11/05/2020, Categorías: Incesto Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... chico.
    
    —Mirá qué bueno esto… —dijo Mara y le mostró a su amante un pequeño apéndice que el sex toy tenía en la parte trasera del cuero que se ajustaba contra la vagina y que servía para estimular el clítoris durante la penetración.
    
    —¡Buenísimo!... –exclamó Ligia muy gratamente asombrada, por cierto. –Me lo dejás… —dijo. –Total vos cogés únicamente conmigo, espero.
    
    —¡Claro que solamente con vos!... pero a partir de ahora quiero darle al nene, vengo y le damos las dos, así que te lo dejo.
    
    La excitación de Alex iba creciendo y se expresaba en la erección de su verga, detalle que al ser advertido por Ligia le arrancó una carcajada y dijo batiendo palmas:
    
    —Bueno, basta de cháchara… ¡A cogerlo! –y al oír a la mujerona Alex se estremeció al punto de que sus piernas flaquearon y debió sentarse en el piso.
    
    Al verlo, Ligia se le acercó, lo puso de pie tirando con fuerza de su cabellera y pegando su rostro al del chico le dijo mordiendo las palabras:
    
    —¿Se te ordenó que te sentaras, putito impertinente?
    
    —Pe… perdón, señora, es que…
    
    Ligia dio un paso atrás y le asestó una fuerte bofetada:
    
    —¡Es que nada! ¡¿Acaso te olvidaste de que no podés hacer nada que no te sea ordenado o permitido? –y le cruzó la cara de una bofetada de tal fuerza que hizo que los ojos de Alex se llenaran de lágrimas.
    
    —Ponelo de rodillas, me calienta eso. –intervino Mara, que había empezado a desvestirse.
    
    —Ordenáselo. –le respondió la mujerona.
    
    —¡Ay! ¡¿puedo?! –preguntó la ...
    ... pelirroja con la expresión de quien recibe un regalo.
    
    —Por supuesto, nena…
    
    —Bueno, ay, nunca di una orden pero… A ver… Arrodillate, ricura… —dijo Mara con una voz que intentaba sonar imperiosa.
    
    Alex se había excitado con el reto duro y la bofetada de Ligia y el deseo de ser penetrado lo atravesaba.
    
    —Sí, señora… musitó antes de hincarse.
    
    —Las manos en la nuca. –completó la matrona.
    
    —Sí, señora…
    
    —Ay, pero qué bien educadito lo tenés. –se admiró Mara ya desnuda y acercándose al chico le acarició la rubia y sedosa cabellera para después enredar sus dedos en los de él.
    
    —¿Me dejás que empiece yo, porfi?... –pidió la pelirroja empleando ese tonito mimoso que usaba cuando quería conseguir algo de su amante.
    
    —El nenenena te tiene calentita, ¿eh?...
    
    —Muuuuuuiuuuuy… —admitió Mara revoleando sus ojos verdes mientras acariciaba con la yema sus dedos la nuca de Alex, que temblaba.
    
    —Él también está calentito, ¿cierto, bebé? —preguntó la pelirroja.
    
    —Sí… sí, señora…
    
    —No te oí. –intervino Ligia mientras terminaba de desvestirse.
    
    —Perdón, señora, dije… dije que… que estoy… que estoy… calentito…
    
    El término le causó gracia a Ligia y lanzó una carcajada. El chico no hubiese empleado esa palabra, pero supo que debía repetir la expresión usada por Mara y eso dejó conforme a la mujerona en su deseo de humillar a su presa.
    
    La pelirroja ya estaba armada con el consolador y le preguntó a Ligia:
    
    —¿Puedo ordenarle que se ponga en cuatro patas?
    
    —¡Ay, che, ...
«1...345...»