1. Risueña


    Fecha: 13/05/2020, Categorías: Erotismo y Amor Autor: jaygatsby, Fuente: CuentoRelatos

    ... se mostraba triste, desangelada. Como si no existiera nada más allá del objetivo de la cámara. Risueña como avatar. ¿Quién se puede colocar tal nombre con aquella mirada? ¿Quién sino alguien deseoso de ser observado, con la tranquilidad del tiempo, para darse cuenta de la dicotomía entre el nombre escogido y la mirada de unos ojos que tan solo buscan encontrar el objetivo de la cámara? ¿Cuántos antes se habrían acercado a ese castillo para disfrutar de su sangre, de su sexo, de su mirada? ¿Cuántas veces había ella tenido enfrente una mirada de alguien a quien no había visto, a quien no había sentido palpitar?”
    
    No había tenido que esperar mucho para comprobarlo. Al día siguiente, pasada la media noche, yacían en un lecho de alquiler empapados de sudor. No se habían desnudado uno al otro. Ni tan solo habían hecho el mínimo gesto de hacerlo. Se desvistieron como quien se dispone a echarse a la cama para dormir, casi dándose la espalda, sin ni tan solo una mirada al cuerpo de la pareja. Una vez tumbados, con prisa, las manos recorrieron el cuerpo del acompañante y muy pronto, los pezones intuidos en la fotografía se encontraban entre los labios de él a la vez que la mano le apretaba fuertemente el pecho. Ella le cogió el sexo mientras los labios, de los dos, se fundían en un beso interminable. Sus bocas buscaron el sexo de la pareja. Los fluidos de ella se mezclaban con la saliva de él a la búsqueda de conseguir el placer propio a través del otro. Cada centímetro cuadrado ...
    ... de la cama mantenía la humedad y el calor de los cuerpos. Las luces de la habitación permanecían encendidas para poder observarse mutuamente. Ella se sentó sobre el sexo de él guiándolo con su mano hacia su interior. Derecha, con la espalda erguida, movía las caderas acompasadamente hacia delante y atrás con las manos apoyadas en el pecho de él. Se miraban a los ojos, fijamente, a la espera del orgasmo del otro. Él la cogió de los pechos para atraerla. Deseaba sentir el contacto de sus pechos y escuchar los gemidos de ella junto a su cara. Ahora era él quien imponía el ritmo conocedor de su cuerpo. Las contracciones de los dos se hicieron evidentes en el momento en que se vaciaba en el interior de ella. Pocos minutos después las manos empezaban de nuevo a explorar el cuerpo del acompañante. Aquella noche follaron como hacía mucho tiempo ninguno de los dos hacía. Los primeros rayos de sol les sorprendieron mientras los últimos gemidos del postrer orgasmo resonaban en la habitación. Habían disfrutado del sexo por el sexo, entre miradas, palabras y sonrisas y algún que otro momento de sueño. La noche había acabado y había que volver a la rutina diaria del trabajo. Se ducharon, juntos, sin prisa, mirándose después mutuamente en el orden en que cada uno se colocaba la ropa. Ella primero el sujetador. Parsimoniosos y con lentitud para memorizar cada gesto. Habían descubierto y encontrado un cuerpo del que disfrutar y con el que seguramente pasaría más rápido aquel verano en la ...
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