1. Ahh, lujuria! (IV: El otro final)


    Fecha: 14/05/2020, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... entre las piernas de nuestro amante. Nos arrodillamos casi al mismo tiempo y frotamos sus muslos, una por delante, la otra por detrás, mezclándonos a la hora de acariciar sus interiores; él se dio la vuelta, dejando su miembro frente al rostro de mamá, tal como antes lo había tenido frente al mío. Comenzamos a ascender y le prodigué mil caricias en su trasero, mientras mamá gozaba del placer de sostener los cojones en sus manos. Me estaba excitando nuevamente, pero el físico, mis fuerzas estaban extenuadas y lo sabía, así como también sabía que Alberto tampoco daba para más ya que su pene permanecía sosegado.
    
    Completamos la tarea y quedé yo al medio. La misma operación. Mamá acarició mis nalgas y mi hendedura mientras Tali enjabonaba mi raja y luego siguieron abajo. Tali me besó allí, un beso pequeño pero electrizante; me dí vuelta y Tali abrió mis nalguillas hurgando con sus dedos sin penetrarme. Mamá frotó mi vagina con su mano dos, tres veces y luego se incorporó. Cosa extraña no me turbó, porque todo se desenvolvía en un clima suave, natural: sólo estábamos reconfortándonos con el agua tibia que recorría y con las manos que se deslizaban acompañando el fluir del agua.
    
    Nuevo cambio y le tocó a mamá. Me dio un pequeñisimo escalofrío acariciar sus nalgas y otro al darse la vuelta y permitir que mi mano se colara entre sus piernas; casi como en ese momento aflojó un poco las rodillas haciendo que su entrepierna fuera más accesible y, por entre los muslos, vi que las ...
    ... manos de Tali también la estimulaban como antes lo había hecho conmigo, tocando el arillo sin penetrar, y luego mis dedos se cruzaron con los de él, que buscaban la entrada de la vagina. Me erguí y acaricié con el jabón sus senos (que hermosas tetas, pensé, pero no lo dije) y los envolví y se los dejó envolver. Chicos, no sigan, por favor, susurró. No seguimos. Nos enguajamos y jugamos con el agua, repartiéndonos salpicaduras y dejando el baño hecho un verdadero desastre. Tomamos toallones, nos envolvimos y volvimos al dormitorio a terminar de secarnos; me dejé caer en la cama, agotada pero feliz.
    
    Mamá trajo té y bocadillos para todos: estábamos hambrientos. Luego, nos volvimos a tender en la cama, mamá y yo, conversando, mientras que Alberto se sentó en el silloncito del dormitorio, observándonos y escuchando nuestra conversación. Yo quería saber si ella realmente se sentía feliz por el paso que había dado y, mientras la acosaba con preguntas le acariciaba fraternalmente una de sus manos. Recordamos que Alberto estaba con nosotras cuando se incorporó del sillón viniendo hacia nosotras, exhibiendo otra erección; obviamente, se la había meneado hasta dejarla casi lista mientras que nosotras, concentradas en nosotras mismas, no le habíamos prestado atención.
    
    Bromeamos: ¿ todavía te queda algo ?, pregunté. Unas gotitas para el último, contestó, al mismo tiempo que llegó con su herramienta en mano y presionó sobre los labios de la boca de mamá. La veterana piola en que se ...