Nunca digas de este agua no beberé
Fecha: 18/05/2020,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... arriba y bajaba mi mano hasta sus cargados huevos para subir otra vez. Me decía mientras lo muy caliente qie se había ido a casa en nuestros últimos encuentros y lo deseando que estaba que llegara un momento como aquel. Entre tanto vaivén, su polla se endurecía cada vez más. Un poco de semen asomaba por su glande y su respiración se hacía cada vez más agitada. Tenía su polla a escasos 30 centímetros de la cara y él no dejaba de resoplar. Entonces me dijo algo que no esperaba: -”Mamámela, por favor... Métela en la boca y juega con ella...Lo deseo cariño”!!.... Por un moment no supe qué hacer. No me apetecía para nada chuparle la polla, pero luego pensaba que él sí me había acariciado a mi y lo mucho que me hizo disfrutar. Pensé que lo disfrutaría y, muy a mi pesar, me metí su capullo en mi boca. Un sabor salado invadió mi lengua, mi saliva no dejaba de repasar su cada vez más enorme glande que apenas me entraba en la boca. Sujeta por sus manos que agarraban mi pelo, arqueó su espalda y pensé que se colocaba mejor en el asiento, pero al instante, mi boca se llenó de algo salado, espeso y con un olor asqueroso. Como no pude retirarme a tiempo, un pequeño chorro se coló en mi garganta y me lo tragué, no sin alguna arcada. Me limpié como pude y fuimos a casa.
No volví a salir con él. Le cogí asco. Sólo recordar el momento de su eyaculación me hacía sentir sucia y su sabor subía por mi boca. Entonces os podéis imaginar el panorama. Cuando un chico salía conmigo y me pedía que ...
... se la mamase, al día siguiente lo enviaba al cuerno. Hasta que conocí al que sería mi marido. Aparte de muy comprensivo, siempre se mostró como un caballero conmigo. No era el típico pesado novio restregón y manoseante lo cual me agradaba. Y me casé con él a los 28 años. Nunca fuimos unos prodigios en la cama y nos limitábamos a pasarlo bien y punto. Una amiga me decía que José tenía pinta de aburrido, de bueno pero aburrido y yo por mi parte siempre le decía que ya me iba bien. Ella, por el contrario, como conocía mi reticencia al sexo oral, no entendía cómo no me podía gustar “comerme una buena polla”, palabras textuales. Pero, como no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo aguante, llegaría la cura que arreglaría mi mal.
José llegó a casa un día del trabajo y me comentó que esperábamos un cliente y amigo de su empresa. Yo, de seguida, le pregunté porqué debíamos acoger un cliente de su empresa cuando para ello estaban los hoteles. No es que me importara, pero me explicó que era muy amigo del director, por lo que entendí al instante que se le debía tratar a las mil maravillas. Así, ese mismo viernes, llegó a mediodía desde Brasil nuestro amigo Mauro. Alto, moreno y muy guapo, todo hay que decirlo. De seguida noté su mirada en mis tetas, que a sus por entonces 34 años y sin niños, se conservaban de maravilla. Enseguida congeniamos durante ese fin de semana previo al trabajo en mi casa. José, Mauro y yo cenábamos y charlábamos hasta muy tarde. Era un tipo genial y muy ...