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Sugar Daddy (Parte 3)
Fecha: 23/05/2020, Categorías: Gays Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues
... vaselina por el lado del mango. No necesitaba deducir mucho para saber lo que ahora vendría. Aún frente a mí, tomó la fusta por la punta y, separando todavía más mis piernas, dirigió el mango hasta mi agujero. El grosor del mango era menor que el de su verga, quizás como tres de sus dedos de grosor. Pero la dureza y textura eran distintas. Incluso con la vaselina no legraba deslizarse de forma tan libre, causándome fuertes punciones de dolor. -¡Ay!. –me quejaba mientras sentía que algo duro y tieso subía por mi recto. -Calma, bebé –dijo Gerard-. Sólo un poco más. Cuando lo vi sonreír, supe que ya había llegado a tope. Cerca de 14 centímetros de dureza estaba en mi interior. Mi ano se contraría con tal intensidad que me dio la sensación de que en cualquier momento quebraría el mango de la fusta. Admiró lo que había hecho, y volvió a mi verga que babeaba sin parar. Esta vez, acompañó la mamada con ligeros golpecitos en la punta de la fusta. Con cada golpe, el mango se movía dentro de mí golpeando mis paredes internas. Pronto comencé respirar de forma más agitada y Gerard comprendió que me correría por segunda vez. Tomó con firmeza la fusta y empezó a batirla de un lado para otro, y de arriba abajo, a la vez que se tragaba mi verga. Gemí y temblé como si mil demonios estuvieran dentro de mi cuerpo. Cuando empecé a correrme, Gerard dejó que toda mi leche cayera en su mano y luego se levantó. -Abre la boca –ordenó melosamente. Casi al borde del desmayo lo hice. Todo el contenido ...
... fue deslizado hasta mi boca, bajo el deleite de Gerard. Selló todo con un beso que casi me dejó sin aire. Antes de que pudiera decir algo, tiró de la fusta y la sacó de mi culo. Abrí la boca en un grito que jamás se emitió, y que se ahogó a mitad de camino. Mi ano boqueó con desesperación al verse liberado de ese duro instrumento. -Necesito… Yo…-. -¿Qué quieres, mi niño? –preguntó tomando mi rostro cansado y mirándome a los ojos. -Necesito… –inspiré-… descansar. -¿Estás cansado, Carlitos? –inquirió con tono burlesco-. ¿Lo estás pasando mal? -N-no, pe-pero… estoy agotado. -Aún no termino contigo, bebé –dijo empalagosamente muy cerca de mi oído. Mordió mi lóbulo-. Y con tu verga tampoco. Zanjó apuntando a mi erección que, por alguna razón, no quería bajarse. Me rodeó nuevamente, y tomó la fusta que tenía un líquido viscoso por un lado. Con una de sus manos separó mis nalgas usando sus dedos, y luego azotó mi ano con la fusta. El dolor me hizo dar un salto. Sacudí mi cadera de forma automática, y mi ano se contrajo desesperado. Pero uno tras otros, fueron acertando los azotes. Lloriqueé y gemí con excitante desesperación. Al minuto siguiente tiró la fusta al suelo, escupió en mi ano y, sin la menor delicadeza, enterró su miembro hasta que nuestras pieles se juntaron. El dolor fue tan potente que ni siquiera tuve fuerzas para gritar. Cerré los ojos con fuerza y pequeñas luces de colores aparecieron. Lo oí gemir complacido cerca de mi oreja. Mordió mi hombro mientras comenzaba a ...