La reeducación de Areana (2)
Fecha: 24/05/2020,
Categorías:
No Consentido
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... su elegancia al andar y esa mirada dura de los ojos negros bajo unas cejas arqueadas que acentuaban la expresión.
-Siéntese, querida. –dijo Amalia luego de que ambas se saludaran con un apretón de manos. Eva volvió a sentarse y Amalia se sentó también en el sofá.
-¿Quiere tomar un café, un té?.
-Un té, gracias. -eligió Eva. La dueña de casa agitó una pequeña campanilla que llevaba con ella y al instante apareció la joven rubia.
-Un té para la señora y para mí un café, Milena.
-Enseguida, señora. –dijo la joven y abandonó el living.
Eva sentía algo extraño, que lentamente empezaba a descifrar. Había allí un aire de autoridad, de orden, de disciplina, palabras que surgieron en su mente mientras procuraba explicarse a si misma sus sensaciones. Amalia la impresionaba con su porte, su rostro de facciones angulosas, su mirada, su voz grave, de ricos matices. Se imaginó a Areana en ese sitio e inmediatamente se preguntó cómo reaccionaría, cuál sería su conducta y, sobre todo, cómo sería el tratamiento que Amalia le aplicaría. Algo le había sugerido Elena al preguntarle si Ella o Ricardo le habían dado alguna vez una paliza, pero a ella le intrigaban los detalles, el plan disciplinario en su conjunto. Instantes después Milena puso sobre la mesa ratona la bandeja con el pocillo de café, la taza de té y la azucarera de porcelana. La joven puso una cucharadita de azúcar en el café de Amalia y luego le preguntó a Eva, siempre con ese tono duro que parecía ser parte ...
... de su personalidad:
-¿Cuánta azúcar?
-Dos, por favor… -contestó Eva luego de una pausa. Tuvo que reconocer que la jovencita la intimidaba. ¡Ella, una mujer de cuarenta y dos años intimidada y nerviosa ante una pendeja! Lo pensó alarmada y enseguida agitó una mano en el aire pasándola ante su rostro como queriendo ahuyentar esos pensamientos.
-¿Le pasa algo, querida? –preguntó Amalia aunque su pregunta era meramente retórica, ya que su condición de dominante y su larga experiencia como tal le permitía saber qué era lo que su visitante estaba sintiendo.
-No… No, claro que no… Es que pienso en Areana y…
Amalia sonrió y mientras revolvía su café dijo:
-Sí, entremos en tema, mi querida. Por lo que me contó Elena usted está muy preocupada por su hija.
-Sí, Amalia, preocupada, disgustada, desorientada y es por todo esto que acepté la sugerencia de Elena de venir a verla.
-¿Qué le contó Elena de mí?
Eva respiró hondo, exhaló el aire y explicó:
-Que usted tiene… digamos experiencia, mucha experiencia en la reeducación de malcriadas, ese término usó Elena… Y que usted puede… puede tratarla con el rigor necesario para corregirla… Eso me contó de usted, Amalia.
-Es exactamente así, Eva. Hace muchos años que me especializo en la reeducación de malcriadas y su hija lo es.
-Sí. –aceptó Eva. Mi marido murió cuando Areanita tenía diez años y quedé sola para hacerme cargo de su educación. Fracasé… -se dolió frunciendo el ceño y llevándose una mano a la ...