1. No es lo mismo dar placer que poner cuernos ¿o sí?


    Fecha: 27/05/2020, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... “siempre estábamos de revolcón”.
    
    Aquella conversación subió tanto de tono que, de nuevo, volví a empalmarme en el mismo lugar y con la misma toalla que la semana anterior. Y otra vez, al no haber con qué taparlo fue tan evidente que ella lo notó y le tuve que reconocer que me había excitado mucho la situación y que iba a necesitar yo también una buena paja. Para mi sorpresa su respuesta fue preguntarme si yo consideraba que masturbar a otra persona era poner los cuernos a mi pareja. Siendo evidente la intención que llevaba le dije con media sonrisa que para mí ser infiel era follar, lo demás eran caricias.
    
    No esperamos más, me senté a su lado, nos quitamos mutuamente las toallas y empezamos a masturbarnos, primero con suavidad y después a mil por hora. No le llegué a tocar sus bonitos pechos, algo de lo que me arrepentí después, pero mis dedos se hundieron en su coño y como estaba muy húmeda fue fácil moverme entre su clítoris y el interior en el que empecé a meter dos dedos hasta el fondo. Ella mientras tanto se me había inclinado sobre la polla, me había echado un poco de saliva y había empezado a meneármela a buen ritmo tras bajarme el pellejo dejando el capullo totalmente visible y brillante por la saliva, mostrando el agujerito por el que no iba a tardar en correrme.
    
    Eyaculé como un loco, la mayor parte fue sobre mi barriga pero el primer pegotón saltó hacia su teta que tenía más inclinada hacia mí, donde quedó un buen ...
    ... grumito viscoso. Me la sacudió un poco más y al notar que yo ya había acabado retiró su mano y se echo hacia atrás, haciéndome ver que ahora me tocaba hacer que ella se corriera.
    
    Entre tanto, yo seguía con mis dedos deslizándolos entre su botoncito y el interior. Como era la ocasión de avanzar un poco más no lo dudé, me arrodillé entre sus piernas y hundí mi boca en su coño. Recibir esa combinación de olor a coño que te llega cuando estás así y paladear el roce de la lengua con su interior tan suave fue una gozada. Al estar tan excitada como yo, apenas empecé a lamerle con intensidad el clítoris cuando noté que se contraía y rápidamente se corrió.
    
    Con el intenso sabor a coño degustándolo aún en mi boca, me retiré y también me eché en mi sofá a descansar. Así permanecimos los dos, desnudos y tumbados durante un buen rato.
    
    Autoengañados con la afirmación de que pajearse no era ser infiel, aquella tarde nos vestimos y continuamos con nuestra vida normal, sin mayores novedades. De hecho, todo siguió igual en aquella casa en los meses siguientes, continué teniendo como pareja y compañera de folleteo a Caye pero con el interesante añadido de que , esporádicamente, Anna y yo tuvimos ocasión de regalarnos masturbaciones, cunnilingus y mamadas en las tardes, mañanas o incluso noches en que estuvimos a solas.
    
    Nunca volví a correrme con tanta intensidad y placer como aquella temporada en que conviví con esas dos maravillosas hembras. 
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