LIDA
Fecha: 30/05/2020,
Categorías:
Erotismo y amor
Autor: escipiom.el.afr, Fuente: RelatosEróticos
... afuera, pero la chica se negó a irse; reuniendo las pocas fuerzas que le quedaban anduvo lo suficiente hasta llegar al herido. Le miró largamente y su rostro se dulcificó en un gesto de sentido afecto. El herido volvió entonces sus ojos hacia Schanna y Lida vio que esos ojos se iluminaban de gozo al ver a la muchacha junto a él. Luego, Schanna se apoyó en Marianka y dijo.
El médico alemán estaba junto al herido y le había bastado una mirada para saber que su camarada tenía los pulmones perforados y sufría hemorragia interna: El silbido del aire al salir por las heridas del pecho y la espuma sanguinolenta que brotaba de su boca lo evidenciaban. Lida se había acercado hasta él cuando sus compañeras se marcharon, y le preguntó:
El médico inyectó el anestésico que preparara para Schanna en el brazo del moribundo y dijo a Lida.
Lida no contestó, sólo se arrodilló junto al moribundo y con un poco de paja limpió la espuma sangrante de su boca. Las burbujas rojizas poco a poco dejaron de salir, hasta cesar momentos después, al tiempo que su aliento se extinguía. Lida tomó el pulso al herido, y con su mano le cerró los párpados diciendo
Lida no respondió. El médico cubrió el rostro del muerto con su ensangrentada camisa y se levantó. También Lida se puso en pié, junto al médico, resultando ser casi tan alta como él.
El médico alemán volvió a mirar fijamente a la muchacha, preso en su endiablada belleza y dijo.
Lida respondió así, hosca y secamente, pero Ursbach vio ...
... en sus ojos que hubiese preferido responder de otra manera. De inmediato Lida siguió hablando al médico.
Ursbach no se dio por aludido en las diatribas de la bella mujer que, sin siquiera él darse cuenta, tan hondo se estaba “colando” en su alma. Y empezó a acercarse lentamente a la chica diciendo
Lida alzó el arma, apuntándole.
La voz de Lida sonaba cortante, pero su tono era inseguro y las manos, el cuerpo, le temblaban ligeramente. Helge Ursbach siguió acercándose.
Por fin Helge Ursbach llegó junto a Lida Ilianovna y, con la misma tranquilidad con que se acercara, desvió el fusil de la mujer, le sujetó levemente las mejillas con ambas manos y la besó, con inefable dulzura, en los labios, fríos y rígidos en todo momento.
Fue un largo beso, en el que el hombre sintió el calor de los labios de ella, el calor que transmitía la proximidad del cuerpo femenino, el aliento entrecortado de la mujer que, escapando por la nariz, le rozaba y acariciaba las mejillas. También sintió la agitación del pecho de Lida, subiendo y bajando acompasado a su caricia.
Al fin se separó de ella quedando quieto a su lado, como para saber la reacción a ese beso, y Lida aferró firmemente contra sí el arma y con la mano libre propinó a Ursbach un sonoro bofetón que resonó como un pistoletazo.
Tras decir esto, se volvió violentamente y avanzó resuelta a la salida. Cuando llegó a la puerta la abrió, hizo intención de salir, pero se quedó allí, indecisa; despacio volvió sus ojos a Helge ...