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El colector del autobús
Fecha: 02/06/2020, Categorías: Gays Autor: alej97, Fuente: SexoSinTabues
... eres bebé. —Ay, ay, ay, me duele, me duele, duele, duele. Sácalo un poquito. — ¿Usted no quería guebo pues? Tú querías que te lo metiera hasta la patica, bueno ahí tienes pues, putica. —Ay, ay, ay, ay—respondía yo a cada una de sus embestidas. —Agarra ahí pa que seas serio y sepas lo que es llevar guebo de verdad. —Ay, sí, así, así, así, anda, dame, dame. Me gusta, sí, así. —Ahhh, ¿viste que sí te gusta? Llevarás bastante guebo pa que vayas bien. Y así continuó dándome guebo a morir por un rato. A mí me encantaba, la sensación era inigualable. Después de un buen rato, me cambió de posición y me puso en cuatro patas. Así sentía la gloria, ese hombre era una bestia cogiendo, me daba nalgadas, me mordía la espalda, el cuello y las orejas mientras me lo metía una y otra vez. Aún había música de fondo, era reggaetón, y todo se prestaba. Después puso sus manos en mi espalda y me tumbó hasta el piso del bus, yo quedé con las piernas abiertas, y él con sus piernas encima de las mías hizo un movimiento para cerrarme las piernas, me sacó el guebo y me lo metió todo de coñazo. ¡Ufff! ¡Qué rico se sentía! Así continuó dándome por un rato, luego quería como metérmelo más adentro y me tapaba la boca con sus manos mientras yo gemía como perra en celo. Gemía fuerte. Y a él parecía no incomodarle para nada, de hecho, le gustaba. —Eso, así, chilla como una perra. ¿No querías guebo pues? —Así, me encanta, uff, dame más, más, más, anda. — ¿Así? —dicho esto comenzó a darme tan duro que me ardió. ...
... —Ya va, para, para, ¡para que me duele! —Nadaaa, cállate. —y me dio un coñazo por la cabeza (como un lepe) —En serio, me duele, ay, ay, ay, aayyy Dani. —Que te calle vale, que Javier nos va a escuchar. —Como si no estuviera escuchándonos. Para vale. —Que no, te dije que no. UFF, tú sí tienes un culito rico. El Negro tenía razón. — ¿El Negro? —Sí, El Negro. — ¿Cuál Negro? —El profesor vale, pero cállate y disfruta es lo que tienes que hacer que este regalito no te lo comerás siempre. No podía pensar. ¿El Negro le había dicho que me había cogido? Nagueboná. Por un segundo dejé de disfrutar, mis pensamientos se distorsionaron. Yo había tirado con El Negro varias veces, y enterarme de que este colector sabía de eso me dio algo de susto. Una de sus embestidas me trajo de vuelta a la realidad. — ¡AY! Me dolió bebé. —Lo siento mi amorcito—dijo esto con una trompita de pato acercándose a mi espalda y dándome un beso suave. Luego me lo sacó de un solo golpe y sentí el culo frío. No me toqué porque supuse que el hueco era gigante. Me puse de pie y me recostó del tubo de donde uno se agarra para no caerse. El tubo largo que está de manera vertical casi en la entrada trasera del bus, en el principio de las escaleras. Ahí, de pie, me siguió cogiendo. Me ardía un poco pero el placer lo curaba todo. Me sentía en la gloria. Con cada metida de guebo que él me hacía yo ponía los ojos en blanco. Después sentí que puso su mano derecha en mi cintura pero del lado izquierdo. Y su mano izquierda la ...