Una historia de amor filial
Fecha: 16/06/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: barquidas, Fuente: RelatosEróticos
... que sujetarse bien al árbol para no derrumbarse. Así pasó algunos minutos más, hasta que logró erguirse de nuevo y empezó a caminar, todavía tambaleante, todavía mareado y con un agobiante dolor de cabeza.
Volvió a ser una especie de zombi que deambulaba casi sin rumbo, adentrándose por el bosquecillo de pinos próximo a la casa. La divisaba cuando sintió que no podía caminar más, que tenía que detenerse, que debía vomitar de nuevo. Se apoyó en otro árbol y arrojó; no tanto como antes pero tampoco tanto menos. Se incorporó, intentó seguir hacia la casa, dio unos cuantos pasos pero tuvo que detenerse. Intentó sentarse pero más bien se desplomó. Allí quedó, desmayado, sin conocimiento. La máquina, forzada al máximo por las emociones de la tarde, no dio para más.
El sol rendía su marcha sumiéndose en encendido crepúsculo cuando Daniel despertó. Se sintió casi bien por no decir que del todo bien. Se incorporó hasta ponerse en pie y marchó hacia la casa. Tan pronto entró Elena se le echó encima.
Daniel la dejó detrás yendo hacia su habitación. Elena no se dio cuenta de que no la llamara “madre” pues entonces advirtió el pobre estado en que su hijo llegara. Alarmada corrió tras él
Mientras hablaba ella y él respondía, Daniel había abierto el armario y de él sacó una bolsa de viaje que empezó a llenar con ropa amontonada en la bolsa de cualquier manera, tal y como la sacaba, sin preocuparse en absoluto de cómo la ponía, de colocarla un tanto alisada al menos. Su madre ...
... tampoco advirtió tal cosa de momento, estaba más interesada en saber qué demonios había ocurrido al joven. Pero al fin observó lo que hacía
Daniel fijó de nuevo la vista en aquella mujer. La bajó, siguió reuniendo su ropa en la bolsa pero contestó
El tercer curso de carrera Daniel lo pasó sin aparecer por casa ni un solo día. Por Navidades dijo a su padre que las pasaría esquiando en los valles andorranos con un grupo de amigos y por Semana Santa que iría con sus amigos a Mallorca. Pero el curso finalizó y llegó el verano. Daniel no quería pasar por su casa pero también comprendía que tenía, debía ir allí. No por Elena, única forma en que ya incluso pensaba en su madre, sino por su padre. Había ya cumplido los sesenta y seis años, el tiempo le pesaba y él, Daniel, su hijo, era para D, Daniel una bendición cuando lo tenía en casa. Decidió llamarle para contarle otro cuento que le permitiera pasar con ellos, su padre y su mujer, los días de Agosto que el padre se tomaba libres. Estando su padre en casa, al menos, no se encontraría nunca a solas con ella, con Elena.
Pero no hizo falta que llamara a su padre pues éste le llamó a él al móvil. Se había separado de su mujer. Casualmente la sorprendió con un amigo suyo, precisamente aquel con quien viera Daniel a su madre a sus cuatro años. Elena había dicho a su marido que iría a comer con sus amigas y D. Daniel aquel día debería comer con un cliente, pero la cita se malogró pues el cliente se excusó por asuntos familiares. D. ...