Una historia de amor filial
Fecha: 16/06/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: barquidas, Fuente: RelatosEróticos
... que otro visón, algunos billetes en el banco y, tal vez, un apartamento más o menos lujoso. Calderilla ante lo que una esposa consigue de un matrimonio así.
El “objetivo” escogido sólo podía ser D. Daniel, el director general de la empresa y presidente de su Consejo de Administración como hijo y sucesor del otro D. Daniel, el Iº, como en las dinastías reales se llaman los sucesivos reyes, que instaurara y expandiera un negocio que su hijo y actual gestor, D. Daniel el IIº, convirtiera en importante empresa con acciones bien cotizadas en Bolsa y su Consejo de Administración en representación de sus accionistas inversores.
D. Daniel el IIº era un sujeto ideal para los designios de aquella Elena con escasos dieciséis años: Solterón y cuarentón, valiente y arrojado en los negocios, pero tímido y nada lanzado con las mujeres: Para él era imposible mantener una conversación frívola con cualquier mujer, y menos si ésta era un monumento de la Naturaleza tal y como Elena lo era: Un monumento de la Naturaleza lo mismo entonces, con dieciséis años, como ahora, con casi treinta más, aunque pareciera diez años más joven.
¿Resultado del cerco que la casi niña, casi adolescente, puso al bueno de D. Daniel el IIº? Pues que en no más de tres o cuatro meses la jovencísima secretaria era secretaria personal de D. Daniel el IIº y su prometida oficial para luego, pocos meses después, ser la esposa de D. Daniel el IIº y entre nueve-diez meses más tarde, sobrepasando en poco los diecisiete ...
... años, la feliz madre de un infante que con el tiempo sería D. Daniel el IIIº.
Y es que para hablar de la Elena de aquellos tiempos de semi niñez, semi adolescencia, mejor es remedar a D. Luís de Góngora, poeta y literato español del Siglo XVII. Así, si D. Luís en su poema “Apeóse el Caballero” dice: “Muchos siglos de belleza, en pocos años de edad”, en el caso de aquella Elena de entonces se diría:”Muchos siglos de malicia, en pocos años de edad”
Lo que tampoco quiere decir que Elena fuera la gran culpable de esa su forma de ser, sino simple víctima de las circunstancias que vivió. Nacida por allá abajo, en el gran caldero que es el sur español, en un entre pueblo y aldea de lo más miserable y en el seno una familia de lo más mísero de un lugar de por sí mísero. Aprendió a vivir en un ambiente en que la vida humana se diferenciaba más bien poco de la vida animal, por entero huérfana de valores morales pues el gran valor del terruño era vivir, poder comer cada día. Y disfrutar de lo poco que el pobre puede disfrutar, del sexo a discreción, el placer del pobre.
Y eso, el sexo, era su segunda gran meta en la vida. De modo que, una vez lograda la primera meta, un presente y porvenir, digamos, de “posibles”, y una vez asegurada tal meta con el rorro que acababa de dar a su más bien soso esposo, por más que fuera un hombre bueno y enamorado hasta las cachas de ella, se dedicó al bonito deporte de “ponérselos” más floridos no ya que los de un ciervo, sino de los de cien de ...