El interrogatorio
Fecha: 02/10/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: Lib99, Fuente: CuentoRelatos
... y chupeteó con más pasión, centrando la presión de su lengua en el erguido clítoris. Ayudó el esfuerzo de la boca con un acompasado balanceó de su cabeza, y esta vez logró arrancar un gemido a su estricta guardiana, quien se desprendió de la camisa y el sujetador para liberar dos senos de épicas dimensiones, a los cuales la guardiana acarició, apretó y pellizcó con deleite. Redobló entonces Toni sus acometidas, hasta que el espasmódico temblor de las vigorosas caderas de Berta delató un repentino orgasmo.
–No te has portado mal –le dijo cuando recuperó el resuello-, así que te has ganado un premio. ¡Ponte a cuatro patas!
Toni permaneció de rodillas con gesto interrogativo y la cara cubierta de jugo vaginal.
–¡Haz lo que te ordeno o te juro que te arranco los huevos a patadas!
Obedeció y se inclinó hacia delante, apoyándose en los brazos, mostrando a la cámara un perfecto plano de su culo firme y bien formado, con el paquete testicular descolgándose entre las piernas. El espectáculo punzó la excitación de Sara, colocándola a un paso del orgasmo.
Berta alcanzó un frasco de vaselina, se untó la mano y lubricó el velludo ano del hombre. A continuación se ajustó alrededor de las caderas un arnés de cuero, del que colgaba un enorme, protuberante y oscuro consolador.
–¡No! –Protestó Toni– ¡Eso no!
–Vamos, vamos. No te pongas así, bonito. Seguro que no es la primera vez que pones el culo.
Cuando ella le sujetó las caderas él intentó resistirse, ganándose un ...
... fuerte golpe sobre sus doloridas nalgas.
–¡Será peor si te resistes! Más te vale relajarte y disfrutar, porque si no te dolerá de verdad.
Con una mano cuya presión parecía igualar la de un brazo robótico, Berta le sujetó por el cuero cabelludo y le obligó a inclinarse hacia delante, pegándole la cara contra el suelo. La postura elevó su trasero, facilitándole la penetración, que inició sujetando el falo con la otra mano. Lo colocó entre las nalgas y situó su falso glande sobre la entrada del esfínter.
El primer avance fue dificultoso, pese al lubricante, pero según el sintético pene entraba Toni distendía sus músculos, dilatando el ano y allanando la introducción.
Sara observó con deleite el contraste entre el rictus de dolor del preso y el gesto de sádico disfrute que mostraba el hermoso pero rudo rostro de Berta. Se deleitó con el rítmico balanceo de las caderas de ésta, con la sensación de potencia contenida que los músculos tensionados proporcionaban a sus movimientos. La cadencia de las acometidas creció progresivamente, logrando de manera casi milagrosa que aquel desproporcionado cilindro desapareciera por completo en el interior del esfínter.
–¡Basta! –Suplicó Toni – ¡Es demasiado grande! ¡No puedo soportarlo!
–¡Oh, vamos! No seas nenaza. Pórtate como un hombre. O, si lo prefieres, podemos acabar ya. Sólo dime lo que quiero oír y pararé.
Toni contestó con un gruñido de dolor, sin articular más palabras, por lo que Berta empujó duro, sin disimular el ...